La pandemia ha significado, entre otras cosas, que las monarquías europeas pinten la cara día sí día también a la corona española. Mientras Felipe y Letizia siguen dando una imagen de falsa trascendencia, asidos a su despacho barroco donde a 7 de mayo todavía hay troncos de madera para encender la hoguera, lo que quema cada día es la imagen de los Borbones, especialmente por lo que no hacen, especialmente por lo que sí hacen sus homólogos europeos.
Alberto de Mónaco, el príncipe Federico de Dinamarca, la reina Máxima de Holanda... la lista es larga. Las comparaciones son odiosas. Pero a quien debe odiar Letizia es a reinas que le pasan la mano por la cara. Eso sí que es implicarse. Eso sí que es estar al lado de los tuyos. Eso sí que son gestos de cara a la ciudadanía y no las conferencias desde su despacho de Star Treck. Matilde de Bélgica, dentro de un Carrefour, hablando de tú a tú con las cajeras.
Vestida precisamente con un rojo que tanto gusta a Letizia, la reina belga ha estado en este supermercado de la ciudad de Gerpinnes, donde ha hablado con cajeros, reponedores, clientes y todo el mundo que hubiera, para dar su calor y apoyo ante la crisis. Una imagen que no veremos en Letizia.