El príncipe Harry y Meghan Markle han vuelto a ser el centro de atención mediática, esta vez por una decisión que afecta directamente a sus hijos. La pareja ha optado por modificar los apellidos de Archie y Lilibet, abandonando el tradicional Mountbatten-Windsor en favor de Sussex. Este cambio, aparentemente sencillo, ha desatado una ola de comentarios y especulaciones sobre sus implicaciones para la familia real británica.
La elección del apellido Sussex no es un capricho momentáneo, sino el resultado de una reflexión que comenzó hace aproximadamente un año. Coincidiendo con la coronación del rey Carlos III en mayo de 2023, los duques de Sussex iniciaron este proceso de transformación familiar. El cambio busca reflejar la nueva realidad de los pequeños Archie y Lilibet, quienes, tras la ascensión de su abuelo al trono, adquirieron los títulos de príncipe y princesa. En consecuencia, los jóvenes pasarán a ser conocidos como Archie Harrison de Sussex y Lilibet Diana de Sussex.
Los motivos detrás del cambio de apellido de los Sussex
Aunque los motivos exactos detrás de esta decisión no han sido completamente revelados, una fuente cercana a la familia ha indicado que el lanzamiento de su nueva página web, Sussex.com, tiene mucho que ver. Esta plataforma no solo sirve como un centro para el trabajo que realizan los Sussex, sino que también refleja la unidad familiar bajo un mismo apellido. "Es un gran acontecimiento para cualquier familia. Representa su unión y es un momento de orgullo", comentó la fuente.
Esta modificación en la nomenclatura familiar va más allá de una simple cuestión burocrática. Representa un intento por parte de Harry y Meghan de forjar una identidad propia, distanciada de las convenciones tradicionales de la realeza británica. Al adoptar Sussex como apellido, la pareja subraya su deseo de unidad familiar y autonomía, alejándose del peso histórico que conlleva el apellido Mountbatten-Windsor, adoptado en 1960 como un homenaje al príncipe Felipe de Edimburgo.
Reacciones y especulaciones: el impacto del cambio de apellido de Archie y Lilibet
El anuncio del cambio de apellido ha generado diversas reacciones dentro y fuera de la familia real. Mientras algunos lo ven como un gesto de independencia y modernización, otros lo interpretan como una ruptura más con las tradiciones monárquicas. El silencio oficial del Palacio de Buckingham sobre el asunto ha alimentado las especulaciones sobre posibles tensiones internas, especialmente con el rey Carlos III.
La decisión de los Sussex se enmarca en un contexto más amplio de transformaciones y desafíos para la monarquía británica. Desde su alejamiento de los deberes reales, Harry y Meghan han buscado redefinir su papel público y privado, generando debates sobre la relevancia y adaptabilidad de la institución monárquica en el siglo XXI. Por lo tanto, esta elección, aunque controvertida para algunos, refleja la voluntad de la pareja de establecer un legado propio para sus hijos, que combine su linaje real con una perspectiva más moderna y global de su rol en el mundo. Con el tiempo se verá cómo este cambio influirá en las relaciones familiares y en la percepción pública de los Sussex a largo plazo.