Entrevista bomba en la televisión norteamericana. La presentadora más famosa de los Estados Unidos, Oprah Winfrey, ha entrevistado en la CBS a la pareja más aristocrática que vive en el país desde hace unos meses, el nieto de la reina de Inglaterra, el príncipe Enrique, y su mujer Meghan Markle.
Y no se han mordido la lengua. Todo lo contrario. Se han quedado a gusto y no han ahorrado detalles que han sacudido el palacio de Buckingham. Y de qué manera. ¿Revelaciones? Muchas, durante dos horas. Algunas inofensivas, como el sexo de la nueva hija que espera la pareja. Otras, la mayoría, escandalosas. Riñas entre Meghan y su cuñada Kate Middleton, que acabó con la primera llorando o mentiras para desprestigiarla: "El Palacio mintió sobre mí para proteger a otros miembros de la realeza", con intentos indisimulados de "silenciarla".
Lo más impactante, sin embargo, fueron dos confesiones. Una, que tiene que ver con pensamientos de suicidio por parte de la entrevistada: "Ya no quería seguir viva". ¿Cuándo pensó eso? Embarazada de su primer hijo, Archie: "Estaba avergonzada de admitir lo que se me pasaba y al mismo tiempo, avergonzada de tener que decirlo a Harry por lo mucho que él había sufrido. Pero sabía que si no lo explicaba, lo haría. Simplemente no quería estar viva", explica. Pidió ayuda a Buckingham. ¿Respuesta? Se la negaron porque "no sería bueno para la institución". Hablando de su hijo, Meghan admitió que el color de la piel que tendría, cuándo todavía no se sabía, suponía un problema para alguien muy próximo del entorno de la reina Isabel. No quisieron decir quién, porque sería "perjudicial" a esta persona. Dice Meghan que estaban preocupados que Archie pudiera ser "demasiado moreno". Racismo en Buckingham.
Veremos qué dice la reina de todo esto. Durísimas acusaciones que no pueden quedar impunes. Pero vaticinamos un silencio absoluto por parte de la Corona. Los guionistas de The Crown deben haber convulsionado, tienen material para una temporada entera.