Para Meghan Markle, sus hijos, Archie y Lilibet, son el centro de su vida. Desde que llegaron al mundo, se han convertido en su principal prioridad y su mayor ilusión. Por eso, la actriz ha intentado protegerlos al máximo de las tensiones de la vida pública, especialmente de los aspectos más complejos y controvertidos de su existencia, como los derivados de su conflictiva relación con la Casa Real Británica. Meghan considera que la familia real y todo lo que la rodea representarían una influencia negativa y tóxica para el bienestar de sus hijos.
La mala relación entre Meghan Markle y los miembros de la familia Windsor es bien conocida y se ha intensificado en los últimos años. Frente a este panorama, la actriz ha decidido que lo mejor para Archie y Lilibet es mantenerlos alejados de la familia real, incluyendo al rey Carlos III. Aunque esto signifique tomar decisiones difíciles, como dejar a sus hijos bajo el cuidado de desconocidos en lugar de confiar en familiares cercanos cuando ella y su marido, Harry, deben ausentarse por compromisos laborales. Según informaron fuentes cercanas a los Duques de Sussex, ya se han dado situaciones en las que Meghan ha preferido no contar con la familia real para el cuidado de sus hijos.
Meghan Markle quiere a la familia real británica bien lejos
En una ocasión, Harry sugirió que Archie y Lilibet viajaran a Reino Unido para conocer a sus abuelos y a otros miembros de la familia paterna. Además, la idea de dejarlos al cuidado de algunos de los familiares de Harry podría haber sido una opción práctica, dado que ambos padres tendrían que estar fuera durante algunos días por compromisos profesionales. Sin embargo, Meghan rechazó esta idea de inmediato. Para ella, la posibilidad de que sus hijos entraran en contacto con los Windsor es algo que debe evitarse a toda costa, ya que cree que no sería beneficioso para el desarrollo de Archie y Lilibet.
El enfoque de Meghan Markle hacia la crianza de sus hijos es claro: quiere que Archie y Lilibet crezcan lo más alejados posible de la exposición pública. Esto implica mantenerlos fuera del radar mediático y, especialmente, de la influencia de la Casa Real Británica. Para ella, cualquier interacción con la familia real implicaría exponerlos a un entorno tóxico lleno de disputas y tensiones que, en su opinión, podrían ser perjudiciales para sus pequeños.
Meghan Markle considera tóxica a su familia política
De hecho, si por alguna razón Meghan permitiera que sus hijos conocieran a su familia paterna, sería bajo estrictas condiciones. Es probable que lo hiciera solo si ella estuviera presente, para tener control absoluto sobre la situación. La desconfianza de Meghan hacia la familia real es tan grande que, en situaciones como estas, preferiría que sus hijos estuvieran con sus cuidadores, antes que contar con Carlos III y Camilla Parker Bowles para desempeñar ese rol.