Navidad y final de año bien movido en buena parte de las Casas Reales europeas. Dos de ellas, la danesa y la española, viven escándalos imposibles de esconder. En España Felipe y Letizia intentan silenciar la voz de Jaime del Burgo, quien ha puesto sobre la mesa una relación de amantes previa y posterior a su boda con el Borbón. Para redondear la cosa, piensen que Letizia y Del Burgo eran también cuñados, se casó con Telma. Cómo será de grave la cosa que la reina de España ha accedido a inmolarse públicamente, representando el teatro de una relación fantástica con su odiada familia política: suegros, cuñadas, sobrinos. Asistieron a la comida de cumpleaños de Elena en un restaurante, un hecho impensable durante los últimos años. Un gesto de sumisión para salvar el futuro de Leonor... y de la corona.
Tampoco están las cosas muy calmadas en un destino reciente de los monarcas españoles: Dinamarca. A principios de noviembre, su viaje oficial para visitar a la reina Margarita y el heredero Federico, casado con la australiana Mary Donaldson desde hacía 2 décadas, se veía eclipsado por las fotografías bomba de la revista 'Lecturas', destapando la cara oculta del príncipe. Lo habían pillado en Madrid con una soltera de oro, la mexicana Genoveva Casanova, y cada movimiento del royal era más sospechoso que el anterior. Felipe y Letizia se encontraban el marrón en Copenhague, vaya panorama. Letizia ponía mala cara al infiel y empatizaba con la agraviada. Y lo que son las cosas, semanas después Del Burgo la atropellaba con el carrito del helado.
Los matrimonios reales no son ningún cuento de hadas, eso es innegable. Pero seguimos sorprendiéndonos cuando a reyes, reinas, príncipes y princesas los cazan haciendo este tipo de jugadas. Ahora bien, que también te puede pasar que la alarma salte por otra vía, más sutil quizás, pero tan llamtiva como el resto. Y en Noruega, vecinos de los royals daneses, acaban de vivir una situación extraña que ha provocado preguntas y dudas. Su princesa Mette Marit ha desaparecido de la felicitación oficial de la Casa a sus súbditos. Hace 22 años que están casados, y su historia tenía por título "todo por el amor". El príncipe Haakon fue el primero en plantarse y escoger a una mujer por las mariposas en el estómago, y no por intereses. Y mira que Mette Marit tenía un pasado dificilillo: "Drogas, rock y muy mala prensa", resumía hace tiempo la revista 'Lecturas'. Pero no transigió. Habían creado una unión, aparentemente, a prueba de bombas. Hasta que su ausencia ha desatado las especulaciones.
El rey Haraald y la consorte Sonja con el heredero Haakon, este sin su querida esposa pero con sus hijos, Ingrid Alexandra y Sverre Magnus. Aquí hay tomate, han pensado los noruegos. Los cotillas se quedarán con un palmo de narices porque todo responde a causas médicas. La salud de Mette Marit no es la mejor. Acaba de pasar la covid, que en su caso era espinosa porque sufre, desde hace tiempo, otra enfermedad respiratoria. Una fibrosis pulmonar crónica, por lo tanto es una paciente de alto riesgo. Practica el confinamiento voluntario habitual para evitar contagios y riesgos, una costumbre que coincidió con el día de la toma de la fotografía. Es una enfermedad jorobada, incapacitante y que afecta a la calidad de vida de quien la sufre. Cuesta respirar, moverse con normalidad, provoca cambios de peso y ataques de tos persistente. La forma de combatirla es la precaución y ella la lleva hasta el extremo. Caiga quien caiga. Antes viva que reina.