El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, lleva en el poder cuatro legislaturas y ahora luchará por volver a ganar. Está dando varias entrevistas, entre ellas a programas como 'Joaquín, el novato' o 'Col·lapse' en TV3. Revilla, perro viejo, se las sabe todas y sabe también qué tiene que decir para que hablen de él. El otro día explicó detalles de la boda de Letizia y Felipe cuando eran Príncipes de Asturias. Sorprendió a más de uno, pero no tanto por los detalles de la boda, sino por las consecuencias de sus actos.
Y es que la boda tenía un pequeño problema. No es que Letizia y Don Felipe hicieran algo mal, porque ellos no se encargaban de eso, pero sí Protocolo de la Familia Real. Tras darse el 'sí, quiero' en la Catedral de la Almudena, los novios acudieron al Palacio Real de Madrid a celebrar su día más especial. Allí no podían faltar todo tipo de invitados: desde la familia de Letizia a la de Felipe, pasando por sus círculos más estrechos de amigos hasta llegar, como no, a todos los miembros de la realeza europea habidos y por haber. También todos los presidentes autonómicos, entre los que se encontraba el de Cantabria, Revilla, que había entrado en el poder en el año 2003, tan solo 365 días antes de la boda entre los Príncipes de Asturias.
La cuestión es que, con 1.200 invitados no puede ser que tan solo hubiera disponibles tres baños. Los aseos son indispensables en estas grandes citas y tienes que calcular que cada persona pasará, de media, unas dos veces por el baño. Entonces, son 2.400 pasos por el baño... algo falla cuando solo hay ¡3 disponibles! Una cifra minúscula de cajón.
"Se formaban colas kilométricas", llegaba a contar Revilla sobre la lamentable experiencia de acudir a los aseos. A una de ellas, sin embargo, el mandamás cántabro, acudió al WC y se lo encontró vacío. "¡Aleluya!", debería pensar... Pues mira tú por dónde: abrió la puerta y se encontró ni más ni menos que a un rey en un trono, pero sin corona ni espada. Era Harald V de Noruega, ahora de 85 años. Revilla se percató de la molestia y cerró rápidamente la puerta. Era el Rey Harald... sí, el mismo: "Harald de Noruega, yes!". En paños menores y haciendo sus necesidades. Lo que no se imaginaría es lo que pasaría después...
Y es que el parlamento de su región le plantó una moción para que pidiera perdón al monarca noruego. En vez de hablar de impuestos, de seguridad o de ecologismo, la principal problemática de los cántabros después de la boda de los actuales Reyes era esta nimiedad sobre Harald y Revilla. ¿De quién había sido culpa el incidente? "La culpa la tiene el que no cierra la puerta desde dentro, y no quién la abre", respondía el presidente muy lejos de pedir perdón. Entre pintoresco y dantesco.