La infanta Cristina siempre ha intentado proteger a sus hijos y dar una buena imagen. Han sido vistos como unos jóvenes responsables y estudiosos, pero la realidad es muy distinta. No se diferencian tanto de los hijos de la infanta Elena que siempre han estado en el foco mediático por polémicas. Los Urdangarin también han dado quebraderos de cabeza a su madre en la adolescencia, pero como vivían en Washington y Ginebra pasaban desapercibidos. Ahora que todos son mayores de edad y han empezado a hacer su vida por separado es cuando se han puesto en el foco.
El único que más o menos lleva una vida ordenada es Juan Urdangarin. El más mayor ha sufrido mucho cuando era adolescente por el caso Nóos, veía como insultaban a sus padres y tuvo que ir al psicólogo. Se alejó de todo en Reino Unido, donde actualmente trabaja en una empresa automovilística con el sobrino de José María Aznar. Aunque tuvo un amago de dejar el trabajo por problemas con su pareja.
Irene y Miguel Urdangarin dieron demasiados quebraderos de cabeza a Felipe VI y Letizia
Miguel e Irene Urdangarin son los que más quebraderos de cabeza han dado a su madre, especialmente en los últimos años, donde ambos han decidido tomarse un año sabático. La benjamina de la familia bajo su rendimiento escolar cuando se separaron sus padres, se vio muy afectada. Tuvo una época muy rebelde. Dejó de interesarse por los estudios y suspendió varias asignaturas, estuvo a punto de repetir curso, así que lógicamente no superó los exámenes para estudiar Administración y Dirección Hotelera en la prestigiosa universidad de Lausana, donde pretendía quedarse los próximos cuatro años.
Irene Urdangarin se instaló un año en Zarzuela, aunque realizó un voluntariado en Camboya durante unos meses. Miguel Urdangarin le hizo compañía, no por decisión propia, sino porque sufrió una lesión en la rodilla al realizar un curso para convertirse en entrenador de esquí. El joven se quedó en Madrid hasta decidir qué hacer con su futuro y recuperarse.
Tanto Irene como Miguel se enamoraron en Madrid, y no tenían mucho interés por iniciar una nueva vida fuera de Zarzuela. Los jóvenes estaban poniendo en peligro la seguridad y privacidad de palacio con la presencia de sus parejas y de algunos amigos. Estaban en palacio como si fuese su casa. Los dos hermanos salían de fiesta todas las noches prácticamente con Victoria Federica y llegaban tarde a casa, a altas horas de la madrugada.
Felipe VI les puso unas normas para quedarse y las incumplieron todas, así que no les quedó más remedio que echarles de casa. Les dieron un ultimátum dejándoles claro que Zarzuela no era un hotel.