Los últimos tiempos seguro que han leído diferentes noticias o habrán visto en algún informativo, sobre la desafección que tienen los jóvenes de hoy en día sobre casi todo lo que no sea una pantalla. Los ninis en pleno 2024, cada vez son más los chicos y chicas que no tienen ni oficio ni beneficio y lo que es peor, ni ganas de tenerlo. Tarde o temprano, sin embargo, estos ninis tendrán que empezar a espabilar. Cuando lleguen a cierta edad ya no podrán excusarse en su pasotismo y holgazanería y tendrán que empezar a pegar un palo al agua si no quieren vivir bajo el paraguas de los papis hasta que tengan canas. En cambio, con los Borbones este pasotismo se perpetúa hasta el fin de los días.
Es lo que tiene vivir a cuerpo de rey, y nunca mejor dicho. Es lo que tiene ir por la vida sin preocupaciones, sabiendo que lo tienen todo pagado y que nunca les faltará un plato en la mesa ni un yate en el puerto. Es lo que tiene vivir gracias al pastizal de los ciudadanos, que contribuyen con sus impuestos a que estos ninis caraduras y tarambanas sigan sin pegar un palo al agua. Ni ganas. Los problemas existenciales de los nietos Borbones son básicamente qué modelito me pongo para una reunión familiar o a qué país viajo para hacer ver que me preocupa mi futuro. Historias para no dormir. Casi ninguno se salva. Los hijos de la infanta Elena son unos jetas profesionales. Felipe Juan Froilán y su hermana pequeña, Victoria Federica, han perfeccionado tanto la poca vergüenza e il dolce far niente que lo han elevado prácticamente a arte. Fiestas, desfiles, photocalls, corridas de toros... Sus inquietudes pasan por escoger sarao.
Los cuatro hijos de la infanta Cristina tampoco son precisamente un ejemplo mucho mejor. Juan, el hijo fumeta, el mayor, ni está ni se le espera, en teoría está en Londres no se sabe exactamente haciendo qué. Pablo, en el Granollers, el único que vía deporte parece hacer alguna cosa, como mínimo, entrenar y jugar a este maravilloso deporte. Irene, que si ahora me voy a Camboya, que si ahora vuelvo, que si me voy a vivir con la mama a Suiza, que si prefiero quedarme en Zarzuela... ¿Y Miguel? El que faltaba para el duro. No nos extraña que el tío Felipe haya dicho alguna vez que Zarzuela "no es un hotel", cuando ve cómo van instalándose en palacio sus sobrinos.
Después de acabar Biología Marina, pasó un tiempo sin saber qué hacer, viviendo en Ginebra con su madre, ahora que Irene se marchaba del nido materno, así Cristina no se quedaría sola. Después, se apuntó a un cursillo de monitor de esquí en los Alpes, pero después de un accidente se hizo daño en una rodilla, y a otra cosa, mariposa. Y ahora, en teoría, bajo la excusa de unas prácticas científicas, ha ido a vivir a Zarzuela. Quizás no será un año sabático, como algunos han dicho, pero ya iría siendo hora de que se deje de tantos estudios y empiece a ganarse un sueldo. El ahijado del rey, con quien por cierto, se llevan a las mil maravillas, se tendría que tapar un poco a la hora de dárselas de intensito y de responsable. Porque que los jóvenes Borbones, que lo han tenido siempre todo regalado, vayan dando lecciones, es de traca. A sabelotodo no les gana nadie. Y es que según explica Vanitatis, con la excusa de las prácticas científicas que está estudiando en Madrid, fuentes de su entorno dicen que Miguel lo hace "para crecer y evolucionar, aprender y saber de qué va la vida"...
Pueden reír. Ahora Miguel Urdangarin quiere saber de qué va la vida. Pues la vida va de currar, de que no te regalen nada, de no tener una familia jeta a la que el resto se lo pagamos todo. En definitiva, la vida no es la vida que los Borbones conocen, que se cachondean a la cara de los ciudadanos. Basta de esta farsa. Y como mínimo, si ellos siguen empeñados en vivir de esta farsa, que encima no se vayan haciendo los íntegros y se tapen un poco.