La vida de Miguel Urdangarin, hijo de la infanta Cristina, ha estado envuelta en una burbuja de privilegios que le ha permitido disfrutar de una existencia acomodada, lejos de las preocupaciones que enfrentan muchos jóvenes de su edad. Mientras su madre ha intentado mantener a sus hijos lejos del foco mediático, los rumores y las informaciones sobre su estilo de vida han comenzado a salir a la luz. Y es que, a pesar de que los Urdangarin han intentado mantenerse al margen de los escándalos que han rodeado a la familia real, los comportamientos de Miguel y sus hermanos no siempre han sido tan perfectos como se ha querido hacer ver.
Irene Urdangarin fue objeto de críticas tras conocerse que no logró superar las pruebas de acceso a la prestigiosa universidad de Lausana. A raíz de este revés académico, Irene optó por instalarse en Zarzuela bajo el pretexto de sacarse el carnet de conducir mientras se replanteaba qué hacer con su vida. Entre tanto, decidió realizar un voluntariado, siguiendo los pasos de su hermano mayor, Juan Urdangarin. Pero este solo duró tres meses. Mientras que las preocupaciones académicas o profesionales parecen estar lejos de ser una prioridad para la joven.
Miguel Urdangarin, de vacaciones pagadas e indefinidas en Zarzuela
Mientras tanto, Miguel, tras sufrir una lesión mientras se preparaba para ser monitor de esquí, decidió tomarse un año sabático y también se instaló en la Zarzuela. Aunque la lesión fue el motivo inicial de su pausa, la realidad es que desde entonces ha optado por no trabajar ni estudiar. Su vida, lejos de estar orientada hacia el futuro académico o profesional, parece estar enfocada en disfrutar de las comodidades que le ofrece su entorno privilegiado.
Miguel disfruta de una vida sin mayores responsabilidades, viviendo en Zarzuela junto a su abuela, la reina emérita Sofía, y beneficiándose de la generosidad de su abuelo. El joven, que no muestra ningún interés en el mundo laboral, parece haber adoptado la cómoda postura de quien sabe que no le falta nada y que cualquier necesidad económica puede ser fácilmente resuelta con una llamada a su abuelo.
El abuelo paga la fiesta
Miguel pasa sus días en Madrid, viviendo sin preocupaciones económicas gracias a la ayuda de su abuelo, el rey Juan Carlos I. Este, según fuentes cercanas, se encarga de cubrir los gastos no solo de Miguel, sino también de otros de sus nietos, excluyendo a la princesa Leonor y la infanta Sofía. Además de financiar sus estudios y viviendas, el emérito no duda en consentir a sus nietos con regalos, como coches cuando obtienen el carnet de conducir.
Lejos de los estudios o el trabajo, Miguel Urdangarin parece haber encontrado su rutina diaria en los bares de la capital. A menudo, se le ve acompañado por su grupo de amigos, compuesto principalmente por veinteañeros de dinero que, como él, no sienten la necesidad de trabajar o estudiar. Entre sus amistades también destaca su novia, Olympia Beracassa, con quien comparte largos paseos, compras y salidas nocturnas. Se sabe que Miguel disfruta de las comodidades que su vida le brinda, pasando sus mañanas entre bares y reuniones sociales, mientras la presión de un futuro laboral parece no preocuparle en absoluto.