Felipe tiene cuatro sobrinos llamados a ser rey de España, si procede. Por orden en la línea de sucesión: Froilán, Juan, Pablo y Miguel. El más pequeño cumple este viernes 19 años y, a diferencia de su hermano Pablo, nacido también en la Teknon, en Cataluña, no vive en Barcelona sino en Londres. La diáspora de la familia Urdangarin, una vez el padre Iñaki ha salido de prisión, es incomprensible. Nadie lo quiere ver. La infanta Cristina vive en Ginebra con la hija, Irene y el primogénito Juan en Madrid. Todos huyen del padre, que vive en Vitoria.
Pablo Urdangarin, el mediano, ha dejado de ganarse la vida en la liga francesa de balonmano y estudia enBCN mientras entrena en las instalaciones del Barça. El pequeño Miguel tampoco trabaja. No pasará el cumpleaños con los padres sino estudiando Ciencias del Mar. Según revela el digital LOC: "Miguel, el 9º en la línea de sucesión, es el más alegre, siempre con ganas en broma. Estudiante brillante, suele sacar muy buenas notas, y toca bien el piano. Le encanta el esquí, patinar y sobre todo navegar o el surf que practica en Bidart, donde veranea".
La wikipedia sigue definiendo a Miguel como un "aristócrata" aunque sus padres ya no tienen la condición de duques de Palma, título nobiliario que Felipe les quitó por la imputación del caso Noos. El padre deshonró el título firmando los mails como "El duque empalmado". Los cuatro hijos repartidos por Europa y Miguel fuera de la UE en el Reino Unido.
Irene (Ginebra)
Pablo (Barcelona)
Juan (Madrid)
Alguna cosa rara hay que ninguno de los hijos vivan con su padre. Pero una cosa buena se les tiene que reconocer. Mientras el abuelo Juan Carlos regalaba tarjetas black a los dos otros nietos: los lamentables maleducados Froilán y Victoria Marichalar, ninguno de los cuatro nietos Urdangarin se ha visto en ningún sumario de corrupción. Tímidos, buenos estudiantes, deportistas y educados. Gracias a estar lejos de la zona tóxica: Zarzuela.