Juan Carlos ha salido de la guarida. Confinado por la pandemia de coronavirus, y por la de corinnavirus, el emérito ha enterrado la cabeza bajo tierra, escondido como un avestruz, esperando que la gente y los jueces se olviden de sus escándalos económicos. Pero aunque a los letrados del Congreso no les interese, la ciudadanía ya no se chupa el dedo. Y algunos periodistas, hablando incluso de suicidio. Con este panorama, Juan Carlos ha salido de casa después de cuatro meses para hacerse un chequeo en un centro médico de Madrid a altas horas de la noche. Nocturnidad y alevosía para evitar flashes. Ya sabemos que la transparencia no es su fuerte.
El que no ha necesitado ninguna prueba médica para hacer su diagnóstico ha sido un militar de aquellos de pedigrí que tanto gustan en la España más unionista de toro y bandera. Un general que ha perpetrado el panegírico más grotesco y desvergonzado hacia Juan Carlos. Al emérito no le hacen falta el traje marcial ni las medallas, porque el traje de saliva que le ha dedicado Rafael Dávila Álvarez es de traca. Y de vergüenza ajena. Si, si, ya sabemos todo aquello tan patriótico de ¡Viva el Rey! que muchos gritan a pleno pulmón. Pero algunos se tendrían que cortar un poco. Una cosa es ser más papistas que el Papa y la otra, hacer una genuflexión lamentable.
Después de 13 años sirviendo en la Casa Real, este coronel, jefe de la Guardia Real de Juan Carlos, ha salido en su defensa, tal y como recoge ABC Sevilla. Dice que sufre, pobrecito, por su rey: "Somos muchos los que sufrimos la injusticia del trato que se está dando al Rey Don Juan Carlos y el desconocimiento del interior de su talante y forma de ser". Sí, sí, el campechano, ya lo sabemos. Pero con la mano demasiado larga. Él, sin embargo, sólo ve una cosa, la unidad de España. Con recadito a los indepes catalanes: "Logró una España grande, respetada, rica en proyectos y peso internacional, el único,-hay que repetirlo- el único que ha sabido manejar el problema de Cataluña y enderezarlo, un Rey de y para todos los españoles". Asegura que se quiere tumbar JC "por su amor a España, por su sentido de la unidad de España, por ser Rey de todos los españoles, pon aunar esfuerzos, por proclamar por el mundo quién es España, por recordar nuestras raíces americanas, que aquello es España, por hablar, sentir, y engrandecer España. No se lo han perdonado".
Habla de Juan Carlos y los Borbones como una "entrañable familia, sin diferencias destacables entre ellos y cualquier otra familia española". Manda huevos, que diría Trillo. Ataca a los que difaman al rey o del silencio de muchos. Pero él se pone la capa de superhéroe y proclama: "Ahora parece que entra el miedo y es el momento del silencio acusatorio, y tantos que hemos estado a su lado callan. Yo no me callo. No me voy a callar, ya que puedo y conozco. Que algunos den la cara y defiendan la Corona. Sin avergonzarse ni achantarse. España navega a la deriva, pero ustedes los españoles son muy libres de arrojar por la borda al mejor timonel que hasta ahora hemos tenido y poner al pirata de turno en su lugar"... El mejor timonel... Lo que va a la deriva no sólo es el barco de Juancar. También la mínima decencia de algunos de sus súbditos.