Joe Biden, el presidente de los EEUU, es conocido por tener a su disposición cuando él quiera a 'La Bestia'. Este es un coche especial con transfusiones de sangre incluidas y blindado a los 360º con el que se desplaza el máximo dirigente americano en sus citas oficiales y viajes de Estado. Ya lo hizo en España cuando 'La Bestia' pisó Madrid para la última cumbre de la OTAN en el pasado mes de junio. Además del cochazo presidencial, Biden movilizó otro séquito terrible de coches. Más de 100 autos cortejaron al sucesor de Donald Trump para que llegara sin altercados a dicha cumbre.
El presidente estadounidense no es un rey, pero es tratado como tal. Sin embargo, no está a la altura ni mucho menos de otros grandes reyes mundiales. La pleitesía que reciben monarcas europeos como Margarita de Dinamarca, Guillermo Alejandro de Países Bajos o el mismo Felipe VI es ridícula enfrente al trato que tiene el rey de Marruecos. Mohamed VI preside una de las autocracias de las muchas que hay en África. No es de las peores ni mucho menos, pero tela también. No es que sea pleitesía lo que le hacen, directamente es sumisión. A continuación, nos remontamos a un episodio grotesco de este verano.
Se trata de la residencia real en la que estuvo viviendo el rey marroquí el pasado mes de junio. Tras su ausencia en el 2021, Mohamed volvió a elegir Rincón (en el norte del país) para pasar los meses de más calor del año. En Marruecos el sol pega fuerte y la proximidad del Sáhara ayuda a que las temperaturas escalen a veces hasta incluso los 50 grados. Es por eso que el rey necesita el máximo confort durante su estancia. La primera señal de la entonces inminente llegada a Rincón fue la desinfección de la zona. No estamos hablando de que la Guardia Real y los mayordomos reales desinfectaran el palacio en sí, sino que fumigaron mil hectáreas a la redonda. Para el hijo de Hassan, los mayordomos son sus plebeyos: seleccionó productos aprobados por el Ministerio de Sanidad para que su estancia fuera lo más segura posible. Y es que Mohamed sufre del corazón: no hace mucho que fue operado de una arritmia del corazón.
Más señales pijas de la presencia del rey
Días antes de llegar el rey a su palacete de Rincón -situado a unos 13 km de Tánger-, la Policía marroquí ya empezaba a hacer de las suyas en las inmediaciones de la residencia real. Un aumento descomunal de las Fuerzas del Orden era una señal inequívoca de que el rey estaba al caer, aunque había un signo para identificar que aún no estaba presente en el palacio: los guardias no llevaban guantes blancos, como sí que los tienen que llevar cuando, ya sea Mohamed o el príncipe Moulay Rachid, están en una de sus viviendas reales.
Otra de las huellas que deja la presencia del rey es la de la cal, las banderas y las flores. Normalmente, cuando Su Majestad se pasea por las calles de una ciudad, esta lo recibe con honores de grandeza. Banderas en los balcones, flores en los fanales y obreros poniendo cal en las calles para que el monarca se sienta seguro como nunca. Un poco como con Franco, pero con acento marroquí.