Al lado de la definición de caradura, o al lado de la definición de vividor, en el diccionario, tendrían que poner la imagen de Iñaki Urdangarin. El ex duque de Palma es de aquellas personas que dice que no con la boca grande y que sí con la boca pequeña. ¿Por qué? Porque a pesar de no formar parte ya de los Borbones, quiere seguir chupando del bote y sigue viviendo de Cristina. El todavía marido de la infanta estuvo hace unos días con su pareja Ainhoa Armentia, en una mansión de Baqueira propiedad de Casa Real, cedida por la estación a los monarcas para que hagan promoción. Urdanga le pidió las llaves a la hermana del rey diciéndole que iría a recoger unos esquíes que se había dejado. Una trola como la Zarzuela de grande: ha ido para pasar una velada de amor con Ainhoa y seguir viviendo de la Casa Real. No solo eso, sino que se pimpló los vinos buenos de Juan Carlos de la bodega real, tal como reveló, quién si no, la gran Pilar Eyre. Y Cristina ya está harta, especialmente, de ver a los dos tortolitos así en la revista ¡Hola!:

Si fuera por la infanta, hace tiempo que habría mandado ya a hacer gárgaras a Iñaki. No ve la hora de que lo pierda de vista definitivamente, pero lo único a ciencia cierta es que Cristina y su exmarido todavía no han firmado los papeles del divorcio, y la cosa ya se está alargando demasiado. E Iñaki, que con toda la jeta del mundo, está encantado en su papel de mantenido, y que dure. Escribía Eyre que la infanta "Le pasa a su marido una mensualidad de 6.000 euros al mes, aparte los viajes a Suiza o Barcelona, que también paga ella, además de hacerse cargo de todos los gastos de los chicos, ninguno de los cuales es independiente. En estos momentos en la única persona en quien confía, por encima de su madre, es en su padre, el rey Juan Carlos, hablan varias veces al día y sigue sus consejos a rajatabla. Fue el emérito el que le dijo “págale, hazlo por tus hijos, que no vaya “ese” ahora con el cuento de la lágrima, pero también para que esté tranquilito, que no nos haga un príncipe Harry y se ponga a escribir sus memorias”.

Cristina e Iñaki Urdangarin / Europa Press

Cristina, sin embargo, sabe que esta situación se tiene que acabar. A qué esperan, pues a firmar los papeles. Una abogada, Isabel Winkels, ha indicado en el programa de Núria Roca por qué los exduques de Palma están tardando tanto en divorciarse... y la culpa de todo la tiene su hija Irene. Explica que "Si esperan al mes de junio, que la hija cumpla 18 años, se pueden divorciar ante un notario y se evitan el espectáculo de acudir con sus hijos a un juzgado a ratificar un posible convenio regulador". Así pues, todos atentos porque a partir del 5 de junio, la cosa se podría precipitar. Aquel día, Irene Urdangarin cumplirá 18 años, será mayor de edad... Un cumpleaños que probablemente le lleve de regalo el divorcio de sus padres. Entonces sí, de manera oficial.