“Surgió un flechazo entre compañeros de mesa. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos”. Son palabras de Olghina de Robilant, la condesa, periodista y escritora que tuvo una affaire de juventud con Juan Carlos en el año 1956.
Se conocieron aquel verano en Portugal, donde los Borbones compartían exilio con los Saboya, amigos de la familia de Robilant. Ella tenía 22 años y él 18. Y entre los dos nació la llama. Una llama, la de su amor, que se apagó pronto. Y una llama, la de ella, que ahora se ha apagado para siempre. Porque se acaba de saber su muerte, en Como, a los 87 años.
Una enfermedad se ha llevado a quien se convirtió en una de las celebrities de la jet set italiana de los años 50-60. Su lista de relaciones sentimentales con famosos de renombre es larga: Ernest Hemingway, Truman Capote, el rey Umberto de Savoya, Federico Fellini, Onassis, Burt Lancaster, Tony Curtis o Alain Delon.
Pero sin duda, su relación más sonada fue con quien hoy es el rey emérito, que le escribió unas cartas que años después se hicieron públicas, y donde el padre de Felipe le decía cosas como: “Sabes que estoy enamorado de ti como ninguna otra chica hasta hoy. Pero también sabes que, por desgracia, no puedo casarme contigo. Debiendo, por tanto, escoger, creo que Gabriela (de Saboya) es la más conveniente”.
Olghina de Robilant llamaba a Juan Carlos 'Juanito', y aunque siempre mantuvo que Nunca estuvimos comprometidos, nos mantuvimos en contacto hasta 1960. Nos escribíamos cartas y coincidíamos en viajes y fiestas. La prensa se ha referido a menudo a nuestra relación como algo más que una amistad y yo nunca lo he negado”.
En el año 1966, Olghina de Robilant se casó con el pintor Antonello Aglioti, pero la cosa no fue más allá. Fue madre soltera a los 25 años, de dos hijas, Paola y Valentina. Una maternidad que muchos relacionaron con Juan Carlos. No sería la primera vez que el Borbón tiene hijos esparcidos por el planeta. Ella, sin embargo, lo negó: “No quiero revelar el nombre del padre, un romano casado y con hijos, pero ante aquellos que lancen insinuaciones, él no se demoraría en reivindicar públicamente la paternidad de su hija”.
La condesa italiana y el entonces príncipe se conocieron cuando él todavía no se había casado con la reina Sofía. De hecho, Jaime Peñafiel afirma que pasaron juntos la noche anterior a la petición de mano con la griega. “Cuando don Juan Carlos se dirigía de Lisboa a Lausana para pedir la mano de Sofía, coincidió en Roma con Olghina. Con ella pasó la noche en un modesto hotelito”, escribe el articulista. “Durante la refriega amorosa y según contaba ella, se extravió, entre la colcha y las sabanas, el anillo de pedida que, 24 horas después, le entregaría a Sofía”. Según Peñafiel, Juan Carlos perdió el anillo de compromiso cuando se encamaba con una amante. Pero lo acabó encontrando y se lo entregó.