El primer amor de la princesa Leonor, heredera al trono de España, parece haber dejado huella, pero no en todos los miembros de su familia. Durante su estancia en un exclusivo internado en Gales, Leonor conoció a Gabriel Giacomelli, un joven con raíces brasileñas y estadounidenses que capturó su corazón. Aunque su relación formal terminó tras la marcha de Gabriel a Nueva York, la conexión entre ambos no se ha perdido. En más de una ocasión, Leonor ha aprovechado sus vacaciones para visitar al joven, dejando abierta la posibilidad de un reencuentro más cercano.
Sin embargo, este vínculo no es del agrado de todos. La reina Sofía, abuela de Leonor, ha expresado su desaprobación tajante respecto a esta relación. Según han deslizado cronistas especializados en la casa real como Pilar Eyre, Sofía considera que Gabriel no cumple con los requisitos que, en su opinión, debería reunir una pareja para la futura reina de España.
La reina Sofía no ve con buenos ojos la relación cercana entre Leonor y Gabriel
La reina emérita, marcada por una educación estrictamente monárquica y católica, sostiene una visión tradicional del papel de la corona. Para Sofía, las relaciones sentimentales de los miembros de la familia real deben estar alineadas con los intereses de la institución. En este sentido, Gabriel, un joven ajeno a la nobleza y sin vínculo alguno con casas reales europeas, no encaja en el ideal que ella considera adecuado para Leonor.
Las preocupaciones de Sofía van más allá de los antecedentes familiares de Gabriel. Su doble nacionalidad y su lejanía de las costumbres y valores asociados a la monarquía española refuerzan su percepción de que una relación más formal podría ser contraproducente para la imagen de la princesa. En una conversación privada con Leonor, Sofía le habría aconsejado mantener a Gabriel como un amigo cercano, pero evitar llevar esa relación a un plano que comprometa su futuro como reina.
La reina Letizia, contra las objeciones de la reina Sofía, da luz verde a la relación
En contraste, la reina Letizia, madre de Leonor, adopta un enfoque completamente diferente. Letizia, quien rompió moldes al casarse con Felipe VI siendo una plebeya y divorciada, entiende de primera mano las críticas que pueden surgir al desafiar las tradiciones. Por ello, no parece dispuesta a presionar a su hija para que renuncie a sus sentimientos. Según su entorno, Letizia confía en que Leonor debe tomar sus propias decisiones, priorizando su felicidad personal sobre las expectativas de la institución.
Este desacuerdo generacional refleja las tensiones latentes dentro de la familia real respecto a la forma en que la monarquía debe adaptarse a los nuevos tiempos. Para Sofía, la corona debe protegerse a través de alianzas tradicionales, como lo fue su matrimonio con Juan Carlos I. Para Letizia, en cambio, los valores modernos y el bienestar emocional de su hija son más importantes que las expectativas dinásticas. Al fin y al cabo, juntarse con alguien de sangre azul, tal y como ha demostrado el matrimonio de Sofía, no es garantía de nada. Puede ser incluso más humillante.