En la Familia Real hay una norma no escrita: cuando uno de sus integrantes rompe su matrimonio ya no vuelve a enamorarse nunca más. Es una tradición ramplona, antigua y absurda. El caso más flagrante es el de la infanta Elena, que casi 20 años después de divorciarse de Jaime de Marichalar no ha estado con otro hombre. Ni marido, ni novio ni amante. Nada. Ahora que todo se sabe, incluso la relación extramatrimonial de Letizia con Jaime del Burgo, resulta impensable que Elena mantenga una relación de incógnito. Sencillamente, la hermana mayor de Felipe quiere conservar su imagen de mujer áspera, sola, viuda de España, malhumorada, amante de los toros y de la aristocracia. Exactamente lo contrario de la modernidad. Y así todos: la reina Sofía, separada desde hace años, Jaime de Marichalar, la difunta infanta Pilar... Nadie ha rehecho su vida sentimental, como si enviudar o divorciarse supusiera una condena a perpetuidad. Por eso Iñaki Urdangarin es el más odiado, porque ha sido el único que ha dicho, después del divorcio hay vida y se ha enamorado de una secretaria, una administrativa vasca, Ainhoa Armentia. Queda el gran misterio de qué hará la infanta Cristina y ahora, por fin, parece que pasa alguna cosa dentro de su corazón.
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Mientras la infanta Elena parece un cuadro de El Greco, Cristina se ha operado, se ha sacado la verruga, se ha cambiado el estilismo y sonríe. Ha pagado mucho dinero y coches de lujo para sacarse de encima al exmarido y a los 58 años no da su vida amorosa por acabada. En Suiza, su lugar de residencia, no se le conoce ninguna relación pero de un tiempo a esta parte está haciendo más escapadas a España de lo habitual. La semana pasada desafió a Felipe presidiendo por primera vez en años un acto oficial, los 40 años de una escuela en Madrid que lleva su nombre. Apartada de Casa Real, privada del título de duquesa de Palma, Cristina se ha rebelado contra la Corona y la tradición de no tener un nuevo hombre a su vida. Y de paso desafía a Hacienda, porque si reside más de 175 días el año en España tendrá que declarar todos sus ingresos y puede haber sorpresas con donaciones de Juan Carlos provenientes de dinero negro. El caso es que Cristina está pasando unos días en Lanzarote con su hijo mayor, Juan, en la mansión de su prima Alexia de Grecia, casada con el canario Carlos Morales. Ya estuvo por Carnaval en las Canarias y ahora en mayo vuelve. Eso ha levantado las sospechas de una periodista catalana, Laura Fa, que ha destapado en El Periódico el posible motivo de este furor español de Cristina: tiene un novio canario.
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Laura Fa advierte a todos los paparazzis de España que aquí hay un tema. Durante meses se especuló con los posibles novios catalanes de la infanta, por sus visitas a Barcelona donde vive su hijo Pablo y donde está la sede de su empresa, La Caixa. Era evidente que en Barcelona Cristina no tiene un hombre cuando la mejor periodista royal de Barcelona, Pilar Eyre, no ha publicado nada. Cristina según Lara Fa, podría tener un interés masculino en un canario del entorno de su prima Alexia. Un buen lugar para evitar la prensa y las miradas indiscretas. Si Cristina se ha vuelto a enamorar romperá la maldición Borbón y dejará campo libre por si un buen día Felipe decide seguir los pasos de sus hermanas y divorciarse de Letizia. Siempre hay lugar para el amor otoñal.