Pablo Urdangarin ha llegado, con 21 años, a la cima de su carrera profesional como jugador de balonmano: fichar por el mejor equipo del mundo, el Barça. Tiene la ventaja de ser hijo de uno de los mejores de la historia, Iñaki Urdangarin, amigo de Enric Masip, mano derecha de Joan Laporta.
Pablo está haciendo un camino fulgurante: el año pasado sólo entrenaba en las instalaciones del club y ahora ya tiene ficha del segundo equipo, juega con el Barça B, pero a menudo lo suben al equipo principal y ya juega la liga Asobal, la máxima división. Este fin de semana juegan en Segovia y la prensa lo ha perseguido en el aeropuerto y en el hotel de Madrid.
Con gafas, sin las lentillas y entre una nube de paparazzi:
Pilar Eyre ya advirtió el miércoles en TV3, en el programa de Melero, que Joan Laporta se está planteando ofrecer trabajo al padre, a Iñaki Urdangarin: "Tiene ofertas de radio, le han ofrecido escribir sus memorias por medio milón de euros y Laporta, gran amigo suyo a través de Masip, le ha ofrecido un puesto en el Barça de balonmano".
"Su camiseta sigue subida al techo del Palau, le aplaudieron cuando regresó. A nadie le extrañaría que volviera al Barça".
Con el padre colocado y el hijo jugando, parece que la estirpe Urdangarin seguirá asociada al Barça. Hay una curiosidad que se está produciendo. Nunca hasta ahora un jugador llevaba el apellido Borbón con la bandera y el escudo del Barça. Pablo ha escogido el primer apellido para la camiseta, luce el número del padre, el 77, pero no el apellido "Borbón":
Lo más normal cuando un jugador joven ficha porn el Barça es que muestre su amor a los colores del club. Como el fichaje fue discreto, no hubo foto besando el escudo, pero podría dar el beso en cualquier partido después de marcar un gol. Lo hará porque es culé de toda la vida.
Gustará verlo salir en la portada del diario Marca dando un beso en el escudo del Barça y a la senyera. Los madridistas, unionistas, anticatalanistas o anti-independentistas morirían de rabia: un Borbón dando un beso a la bandera y al escudo culé.
Malas lenguas del Palau Blaugrana dicen que el hijo no es tan bueno como el padre pero con 21 años tiene campo para correr y su fama favorece que más gente se interese por la sección de balonmano.
Y cuando gane un título y grite Visca el Barça y Visca Catalunya, a los monárquicos que les cogerá un infarto.