Pablo Urdangarin tiene un verano intenso por delante, lleno de cambios. El primero, el que afecta a su carrera profesional: ya no pertenece a la disciplina del F.C.Barcelona de balonmano y ha fichado por el BM Granollers. Los culés no le renovaron el contrato y los vallesanos le ofrecieron todo aquello que no tendría en el Palau Blaugrana: minutos en el primer equipo. Nunca alcanzará el éxito y la fama de su padre Iñaki, ha de ser realista. Puede llegar a ser un buen jugador, claro que sí, pero su gloria no tendrá nada que ver. Y no pasa nada: de hecho mejor no continuar demasiado con el legado paterno. Ni el materno. Soplido. Que no siga ninguno, que haga el camino por su cuenta.
El joven de 22 años también espera que a lo largo de las próximas semanas se produzca la esperada firma del divorcio de sus padres Iñaki y Cristina. Un asunto delicado, espinoso, crispante. Sería mejor matarlo de una vez, pero las exigencias de una parte y la resistencia de la otra están alargando el trámite de manera interminable. La necrosis del acuerdo solo tensa más la convulsa relación familiar, como quedó acreditado en Ginebra durante la graduación de Irene. Pero de momento, nada. No acaba de llegar. Y todo se va pudriendo a su alrededor.
Pablo Urdangarin oficializa su relación con Johanna Zott, habla de ella en una entrevista
Quizás por este espejo que personifican sus padres separados percibimos un pequeño cambio en la relación de Pablo con su novia, Johanna Zott. Se están produciendo gestos de distensión, de naturalidad, incluso de humanidad. Eso de hacer reverencias y comportarse como viejóvenes no lleva a ningún sitio. Pablo ha hablado públicamente de la que es su pareja, excompañera de clase en el Liceo francés y jugadora de voley. Dice que le encanta hacer planes con ella y con su familia, la de la chica, mucho más normal que la rama borbónica. De acuerdo, no será la máxima expresión de una relación pasional e iniciática. El mensaje queda un poco antiguo, pero viniendo de donde venimos no está mal. Además nos han regalado otra imagen mucho más auténtica.
Ramalazo de pasión espontánea, se besan en medio de la calle
Las cámaras de Europa Press, que siguen cada paso de Pablo y de Johanna, detectaron a la joven llegando en su coche a la casa de él en Sant Joan Despí. No salió del vehículo y esperó a que llegara su amado. Cuando lo vio salió a toda pastilla a recibirlo y le plantó un beso en los morros que nos hace exclamar: "¡Ahora sí!" El royal y su chica morreándose en medio de la calle, como tiene que ser. Dirán que si hemos visto la escena ha sido gracias a la presencia de fisgones profesionales y que se trata de una intromisión en su intimidad, pero haremos un matiz: ambos sabían que había miradas indiscretas. Pablo, justo después del beso, mira en dirección a los objetivos. No parece que haya sorpresa ni improvisación.
Pablo entra en una nueva fase y lo hace de la mano de Johanna, la única superviviente de su "yo" anterior. Que dure.