Que una madre vaya a visitar a su hijo al trabajo no debería ser un hecho noticiable, pero todo cambia cuando miras el DNI de los protagonistas. Una de ellas tiene un número especial, el 00.000.014: se trata de Cristina de Borbón, hija y hermana de reyes de España. Aquí la cosa cambia, claro. La vida de la infanta es un tema recurrente en la opinión pública: ha sido la primera miembro de los Borbones en sentarse en un banquillo, su marido Iñaki acabó en la cárcel por corrupción, ha sido humillada por una portada en la que el vasco le ponía los cuernos y el culebrón de su divorcio está lleno de detalles alucinantes. Lo que no se esperaba, sin embargo, es que el niño de sus ojos Pablo Urdangarin acabara también protagonizando la crónica rosa más despiadada: se le acusaba de mujeriego, de bígamo, de tarambana amoroso. Por eso no ha dudado en darle todo el apoyo y cerrar bocas, presentándose por sorpresa en el Palau Blaugrana para seguir un partido del Barça 'B' de balonmano, y dónde también estaba la primera y única novia de Pablo: Johanna Zott.

La colección de imágenes que deja este encuentro es amplia y demoledora para los detractores del joven. Mención especial para la colaboradora de Telecinco Alexia Rivas, que nos ha vendido una película que no se sostiene. Que haya dicho que Pablo es un Don Juan de 22 años podría tener una disculpa; afirmar que miente, que no se fía de Johanna porque filtra imágenes a la prensa o que Cristina le ha pegado la bronca del siglo por su comportamiento, no. Es un delirio muy interesado para asegurarse la sillita en Mediaset, pero Cristina se ha encargado de ridiculizarla. Ni malestar ni mandangas. Y lo que es más desgarrador: la infanta y Johanna tienen buena relación. Se ha acabado el cuento.

Pablo Urdangarin y la infanta Cristina en el Palau Blaugrana / Chance

Pablo, Cristina y Johanna cierran bocas en el Palau Blaugrana

Pablo fue muy afectuoso con su madre en el pabellón azulgrana, saltando la valla antes y después de la disputa del partido. Besos, abrazos, confidencias. Lo que es una relación sólida, firme, incluso real. Precisamente todo eso que echamos de menos cuando hacemos crónica royal española, tan alejada de la realidad. La intensidad del contacto materno contrasta con la fría corrección con la que trató a Johanna en la grada: Pablo le plantaba dos besos en las mejillas bastante infantiles. Es cierto que no esperábamos numeritos pasionales, pero tampoco esta castidad extrema. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la infanta es una persona chapada a la antigua y con un componente religioso muy marcado. Tanto es así que todavía lleva el anillo de casada, aunque su cónyuge peque con otra señora mientras negocia con el cuchillo entre los dientes su 'sueldazo nescafé' borbónico.

Pablo clava dos besos en las mejillas a Johanna en presencia de la infanta Cristina / Europa Press
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin / Europa Press

La despedida de Pablo Urdangarin con Cristina, código secreto

Pues bien, esta concepción católica de Cristina ha vuelto a quedar demostrada en la despedida que madre e hijo tuvieron en un hotel de la zona alta de Barcelona. Un vídeo publicado en exclusiva por Vanitatis vuelve a acreditar el enorme cariño y sintonía de ambos. El mal ambiente solo existe en la mente de los más malpensados; la realidad es que se comen a besos, a mimos, etcétera. Uno de los gestos es importante, es un código secreto que envía indirectas a diestro y siniestro. Pablo le hace el signo de la Santa Cruz en la frente, un símbolo de protección, un "que Dios te cuide y te acompañe". Este es el vídeo:

Pablo Urdangarin le hace el signo de la cruz a la infanta Cristina / Vanitatis

Vaya mal rollo, Alexia Rivas. Qué fuerte, tía.