En los últimos meses, Pablo Urdangarin ha vivido una decepción profesional que ha tocado lo personal. El joven, jugador del BM Granollers, tenía grandes esperanzas de ser convocado para representar a España en los Juegos Olímpicos de París 2024. Esta oportunidad, más que un sueño deportivo, significaba una forma de continuar el legado de su padre, Iñaki Urdangarin, quien también brilló en el mundo del balonmano y dejó su huella en este deporte. Sin embargo, sus aspiraciones se desvanecieron cuando se quedó fuera de la lista final del seleccionador nacional.

La clasificación de la selección española de balonmano para los torneos Preolímpicos en el pasado Mundial consolidó el equipo sin la necesidad de contar con Pablo. Y como era de esperar, tampoco entró en la convocatoria para París.

Pablo Urdangarin soñaba con entrar en la selección para tener la oportunidad de entrar en Zarzuela por la puerta grande

Para el joven, esta negativa no solo implicó la pérdida de una oportunidad deportiva de alto nivel, sino también el cierre de una puerta que le habría permitido acercarse a la familia real y, tal vez, a una rehabilitación pública del apellido Urdangarin. Su participación en los Juegos Olímpicos, y la posibilidad de ganar una medalla olímpica, podría haber sido el primer paso para restablecer el honor perdido de su familia, que aún arrastra las consecuencias del caso Nóos. Le hubiera permitido ser recibido en la Zarzuela con todos los honores.

Iñaki Urdangarin beso Pablo GTRES
Iñaki Urdangarin beso Pablo GTRES

El caso Nóos fue un duro golpe para la familia. Iñaki Urdangarin, acusado como principal culpable del caso, fue el único que enfrentó consecuencias legales severas, lo que impactó la imagen pública y el futuro de sus hijos. La repercusión fue tan profunda que, incluso hoy, los Urdangarin enfrentan el estigma que el escándalo dejó a su paso. Muchos cercanos a la familia sostienen que dentro de la monarquía había personas al tanto de los negocios de Nóos, y que el duque de Palma no fue el único involucrado. No obstante, fue Iñaki quien asumió toda la responsabilidad, lo que para algunos fue una clara maniobra de protección institucional.

Sospechas de una mano negra

En medio de esta situación, desde el entorno de Pablo apuntan que el joven empieza a sospechar que hay una "mano negra" en su carrera deportiva que ayuda a que no llegue a lo más alto. Una mano que figura en el entorno que acabó con su padre. Y que las conexiones y el pasado familiar de Pablo podrían estar afectando sus oportunidades, impidiéndole crecer y triunfar en un ámbito donde debería ser juzgado únicamente por su talento.

Pablo Urdangarin
Pablo Urdangarin

Pablo mantiene su dedicación y entrega en el balonmano, en cada entrenamiento, y sigue mostrando un rendimiento destacado en su equipo. Sin embargo, sus allegados aseguran que siente que su esfuerzo no es suficiente para contrarrestar las sombras de su mala relación con el núcleo duro de la familia real y para impedir que su apellido siga siendo un obstáculo.