Cuando los polluelos se marchan del nido, los padres sienten un vacío, pero si encima el progenitor está en prisión y la madre vive sola con familia numerosa, la cosa se complica. Parece una familia del extraradio pero son Borbones. La infanta Cristina está superando el mal trago de los 6 años de prisión de Iñaki Urdanagarín y ahora contempla cómo sus hijos necesitan alejarse. Según publica Semana, Pablo Nicolás, el segundo de los vástagos del matrimonio, se abandona la casa familiar en Ginebra a sus 17 años.
El adolescente ha decidido fichar por un equipo profesional de balonmano alemán y emigra a trabajar al país vecino para competir cada semana en la Bundesliga de Balonmano. Como tantos jóvenes españoles que han tenido que emigrar a Alemania para trabajar, un Borbón se ve en esta tesitura. El chico tendrá que escoger qué nombre quiere lucir en el dorsal de la camiseta. Puede escoger entre los muchos que tiene: Pablo Nicolás Sebastián de Todos los Santos de Urdangarín y Borbón. Sigue los pasos de su padre que triunfó en el Barça. La camiseta de Iñaki, que colgaron del Palau Blaugrana para rendirle homenaje, aún sigue ahí pese a la sentencia condenatoria.
El niño a la izquierda del padre es Pablo, mientras el de la derecha, el primogénito Juan Valentín, sigue junto a su madre y hermanos aunque frecuenta viajes por el mundo con ONGs de ayuda solidaria. Los dos hijos mayores de la pareja han visitado ya al padre en la cárcel de Ávila. La revista que publica la exclusiva elige una frase muy explicativa: "Pablo quiere seguir el legado familiar, al menos el más aplaudido". El lector agradece la aclaración pero ya supone que la revista no considera que Pablo quiera seguir el legado delictivo familiar.