El apellido Urdangarin vuelve a ser noticia, pero esta vez no por los escándalos que marcaron a Iñaki Urdangarin, sino por el sueño roto de Pablo, el segundo hijo del exduque de Palma y la infanta Cristina, quien se quedó fuera de la selección española para el XXIX Campeonato Mundial de Balonmano Masculino celebrado en enero de 2025. Tras un año de sacrificios y entrenamientos exhaustivos, el joven de 24 años no logró convencer al cuerpo técnico de su capacidad para formar parte del equipo que compitió en el torneo, donde Dinamarca se alzó con el título.
Pablo Urdangarin, quien juega como extremo derecho en el Fraikin BM Granollers, había sido una de las promesas más destacadas del balonmano español en los últimos años. Su talento y madurez en la cancha no pasaron desapercibidos para los aficionados y expertos, quienes veían en él un futuro brillante. Sin embargo, el exigente proceso de selección nacional dejó en evidencia que, a pesar de su esfuerzo, aún le falta pulir ciertos aspectos técnicos y estratégicos para competir al más alto nivel.
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Un proceso de selección implacable: ¿Demasiado pronto para Pablo Urdangarin?
Según fuentes cercanas al equipo técnico, las pruebas de este año fueron especialmente rigurosas debido al alto nivel de los aspirantes. Aunque se reconoció el esfuerzo y dedicación de Pablo, su desempeño no alcanzó los estándares necesarios para garantizar su inclusión en la plantilla. Este revés representa un duro golpe para el joven, quien llevaba meses preparándose física y mentalmente para esta oportunidad.
La noticia no solo afecta a Pablo, sino también a su familia, que ha sido un pilar fundamental en su carrera deportiva. La infanta Cristina y el resto de la familia se habían mostrado orgullosos de su progreso, pero ahora deben enfrentar la cruda realidad: el apellido Urdangarin no es suficiente para garantizar un lugar en la élite del balonmano español.
Comparaciones con su padre: una sombra difícil de superar
Ahora bien, aunque Pablo Urdangarin ha demostrado ser un jugador talentoso, todavía está lejos de alcanzar el nivel que tuvo su padre, Iñaki Urdangarin, quien fue una leyenda del balonmano español. Con 25 años, el exduque de Palma ya había disputado su primer torneo mundial, algo que Pablo no ha logrado a pesar de sus esfuerzos.
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Los expertos coinciden en que, aunque el joven tiene potencial, aún le falta experiencia y consistencia para competir al más alto nivel. Así que, por más que se esfuerce, Pablo Urdangarin sigue sin lograr que la selección confíe en él. El hecho de que ni siquiera haya sido convocado para los Juegos Olímpicos de París 2024 refuerza la idea de que su futuro en el equipo nacional está lleno de incertidumbre. ¿Será que nunca llegará al nivel esperado?
Mientras tanto, el apellido Urdangarin sigue resonando en el balonmano español, pero esta vez no por las victorias de un heredero prometedor, sino por la historia de una oportunidad perdida. Por ahora, el joven deportista tendrá que seguir trabajando en su club, el Fraikin BM Granollers, y demostrar que tiene lo necesario para competir al más alto nivel. Aunque el camino no será fácil, Pablo ha demostrado tener la determinación y la pasión necesarias para seguir luchando por su sueño.