Corría el 17 de octubre de 2002 cuando se produjo el primer encuentro entre Felipe y Letizia. Aquel día Pedro Erquicia organizó una fiesta en su ático a la que invitó a varios amigos. Y entre había varios periodistas, en una lista en la que también figuraba Letizia Ortiz. Pero al margen de ellos, Erquicia también invitó a una persona muy especial: el príncipe Felipe, heredero de la corona de España.

Felipe y Letizia, tras pulular un rato por la fiesta, estuvieron hablando largo y tendido, a solas, hasta altas horas de la madrugada. Y tras la conversación intercambiaron los números de teléfono móvil. Fue el germen de lo que sería el futuro de la monarquía española.

Un par de semanas después, el 3 de noviembre, dieron otro paso adelante en la relación. Se presentaron como pareja ante un reducido grupo de amigos. Mientras que en 2003 se fueron crucero por el Mediterráneo.

Letizia y Felipe
Letizia y Felipe

Juan Carlos I ordenó al CNI investigar a Letizia y a su familia

Mientras tanto, Juan Carlos I, dio a conocer la relación a su amigo Jorge Dezcallar. Pero no lo hizo desinteresadamente. Dezcallar entonces estaba al frente del CNI. Y Juan Carlos le hizo saber de la relación para que hiciera lo mismo que había hecho con otras relaciones anteriores de Felipe. Es decir, que investigaran a la novia. Y no solo a ella. También a su entorno cercano y, sobre todo, a su familia. El objetivo era confirmar que no suponía un peligro para la monarquía. Y así lo hicieron.

Los resultados del informe solo los conocieron agentes de máxima confianza de Juan Carlos, Dezcallar y el rey de España. Y todos ellos negarían la existencia del mismo. No obstante, en Vanitatis recogieron que no se llegó a descubrir nada en especial al margen de un “secreto familiar”.

Uno que tiene que ver con Paloma Rocasolano y el resto de la familia materna de Letizia. En concreto, sus sentimientos republicanos y comunistas, especialmente el del abuelo, el padre de Paloma. Unas informaciones que fueron comunicadas al rey en lo que probablemente acabaría siendo uno de los motivos por los que Juan Carlos tuvo siempre cierta animadversión hacia su nuera y su familia.