Antes de que Letizia se casara con Felipe, la madre de la consorte, Paloma Rocasolano, siempre mantuvo un perfil bajo y se las arreglaba en un piso de 37 metros cuadrados. Era una enfermera trabajadora e inculcaba sus valores de esfuerzo y constancia a sus tres hijas, Letizia, Telma y Erika.
Después del divorcio con Jesús, Paloma dejó el piso de la plaza de Ópera y se fue a vivir a un ático de 37 metros cuadrados en Madrid, cerca de su trabajo. Un lugar acogedor que contaba con una sala comedor, una buhardilla como dormitorio, una cocina, y un baño. Y cuando llegaba el verano, como muchas familias de clase media, se tomaba un respiro en Benidorm, con su sombrilla, silla plegable y nevera cargada de bebidas frescas.
Paloma Rocasolano cambia la Nochebuena en un piso de 37 metros cuadrados por una cena de lujo en la Zarzuela
Ahora vive entre el piso de su pareja, Marcus Brandler (más grande que aquel ático), y una estancia de 1.800 metros cuadrados que tiene a su disposición en la Zarzuela, mientras mantiene alquilado su piso de divorciada.
Mientras tanto, Paloma se ha pasado de la humildad a una cena que hace babear a los más poderosos. En su menú, destaca la angula fresca, un manjar exclusivo que Paloma ha puesto en la lista bajo pedido especial. Un producto que cuesta 1.200 euros el kilo y que está lejos del alcance de las familias más humildes. Un privilegio que nunca se habría permitido cuando vivía en su piso de 37 metros cuadrados.
Con todo, Paloma ha dado el salto de cargar la sombrilla en Benidorm a cenar angulas en la Zarzuela. Y aunque siempre tuvo esa intuición de que Letizia llegaría lejos, seguro que nunca imaginó que ella también se codearía con las exquisiteces de la alta sociedad.