Es habitual que los miembros del núcleo duro de la familia real alquilen alguna embarcación cuando llegue el periodo estival. Los yates de lujo han formado parte de la monarquía en casi todos los veranos desde que la monarquía se restauró en España tras la dictadura. Y son habituales en las vacaciones de los reyes Felipe, Letizia y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía.

Felipe y Letizia con Leonor y Sofía. De vacaciones, playeros - EFE

El pasado verano, la Familia Real disfrutó de unas vacaciones de lujo en una embarcación alquilada especialmente para la ocasión. Durante la semana de la Copa del Rey Mapfre, Felipe VI decidió alquilar un barco de 15 metros de eslora, según confirmó El Mundo. Este lujoso yate, con un coste de 2.500 euros por día, sin incluir la gasolina, ofreció una experiencia marítima de primer nivel. La embarcación tiene un depósito de 1.500 litros, una capacidad para 12 personas en cubierta y dos camarotes para alojar a cuatro personas. Además, cuenta con un pequeño baño y está equipada con las mejores calidades, asegurando el máximo confort y lujo.

Por motivos de seguridad, el yate no estaba amarrado en el Real Club Náutico sino en otro puerto. La elección del barco y su ubicación fue promovida por Letizia, quien buscaba una manera de escapar del bullicio de Marivent y disfrutar del Mediterráneo con su familia, amigos y amigas. Los días se pasaban en alta mar, aprovechando las bondades del entorno y las comodidades del barco.

Los veranos de Paloma Rocasolano ya no son como los de antes

Este privilegio no solo fue disfrutado por los miembros cercanos de la familia real y sus amigos más íntimos, sino también por Paloma Rocasolano y su pareja, Marcus Brandler. La madre de la reina Letizia y su novio tuvieron la oportunidad de experimentar los lujos reservados para la jet set, navegando en un barco solo apto para los bolsillos más acomodados.

Este episodio es otro ejemplo del cambio radical en la vida de Paloma Rocasolano desde que su hija se casó con Felipe. Cambios en la vida de Paloma que son un reflejo de su evolución desde una vida más modesta a una de mayor visibilidad y lujo. Desde que Letizia se convirtió en reina, Paloma ha experimentado un ascenso social significativo.

Lejos quedan los veranos en los que Paloma, con sombrilla y nevera en mano, madrugaba para coger sitio en primera línea de playa en Benidorm. Y es que hace años que Paloma se mira el mar desde otra perspectiva que no es la de la orilla que frecuentan la mayoría de mortales.