La Paloma Rocasolano de antes, la que se dejaba ver en Benidorm con su nevera playera, ya no existe. La historia de esta mujer ha dado un giro de 180 grados desde que su hija Letizia se comprometió con el príncipe Felipe. Y parece que se han subido los humos.
Volvamos un poco en el tiempo, cuando Paloma Rocasolano era simplemente Paloma, una trabajadora como cualquier otra. Era enfermera y, aparte de su jornada habitual, se cogía todas las horas extra que caían del cielo. Sobre todo las noches, que pagan mejor que las de día. Todo esto para poder permitirse unas vacaciones en Benidorm, como hacían miles de españoles de clase media. Ahí la teníamos, con su nevera, sombrilla y silla de playa, disfrutando del sol y la playa como cualquier mortal.
Letizia cambia la vida a su madre, Paloma Rocasolano
Mientras tanto, estaba casada con Jesús Ortiz, periodista de profesión. Vivieron juntos, compartieron momentos, pero como en todo cuento de hadas, el amor terminó. Y Paloma se mudó a un piso abuhardillado de 37 metros cuadrados.
Pero todo cambió de la noche a la mañana. Por un lado, conoció a Marcus Brandler, en quien reencontró el amor. Por otro, su hija se convirtió en la pareja del príncipe Felipe, lo que la convertía en la futura reina de España, y a ella en la madre de la próxima consorte.
Ahora Paloma vive con Marcus, en un domicilio que nada tiene que ver con aquella buhardilla de 37 metros cuadrados. Mientras que también disfruta de una estancia de 1.800 metros cuadrados en la Zarzuela donde antes se quedaba cuando cuidaba a la princesa Leonor y la infanta Sofía, y donde ahora se queda cuando quiere.
Tratos cuestionables al personal de Zarzuela
No solo ha cambiado el lugar de pernoctación. Ahora Paloma elige los looks de los mejores modistas y se pasea por los establecimientos de más lujo de Madrid, ya sea para seguir algún tratamiento estético, para comprar una prenda exclusiva o para degustar las mejores recetas culinarias.
Además, cuentan que se le han subido los humos en el trato personal. Los trabajadores del servicio de la Zarzuela lo han comprobado en primera persona. Aseguran que su trato es altivo, con comportamientos denigrantes, muy lejano a las actitudes humildes que gastaba antes de ser la madre de la reina.