Parecía que nada ni nadie iba a cambiar a Paloma Rocasolano. Siempre fue una mujer muy discreta y austera, supo cómo llevar la economía de su casa, aunque ni su sueldo ni el de su marido eran pequeños. Ella enfermera, y él, periodista. Siempre han inculcado a sus tres hijas el valor del esfuerzo y les han enseñado a no tirar más de la manga. Sin embargo, a día de hoy aquella asturiana ya no se parece en nada a la de hoy en día, y es que en aquel entonces no sabía que se convertiría en la madre de la mujer más importante del país. Sabía que Letizia llegaría lejos por su ambición, de hecho, terminó siendo presentadora de informativos en TVE en el horario de máxima audiencia, pero nunca imaginó que se casaría con el príncipe. Convertida en reina, Paloma ha aumentado su nivel adquisitivo.
Todavía se recuerdan las primeras portadas que protagonizó Paloma Rocasolano cuando se casaron Felipe y Letizia. Todos los medios de comunicación querían saber cómo era la vida de la madre de una princesa. Todos los veranos mantenía su cita en las playas de Benidorm. Baja bien temprano con sus padres. Ella cargaba con la sombrilla, la silla plegable y la nevera para mantener frescos las bebidas y los bocadillos. Ahora viaja por todo el mundo en compañía de su pareja, el empresario Marcus Brandler. Hace un tiempo estuvo en Abu Dabi, pero sin visitar a su consuegro.
Paloma Rocasolano abandona su vida austera
Cuando se divorció de Jesús Ortiz, ya viviendo en Madrid, Paloma Rocasolano vivió en un pequeño piso abuhardillado de 37 metros cuadrados, situado muy cerca de su trabajo para no tener que levantarse temprano y ahorrarse el transporte, en la madrileña plaza de Ópera, cerca del Palacio de Oriente.
Por ese piso se paga más de 1.000 euros de alquiler. Ella se lo compró y ya terminó de pagar la hipoteca. En esos 37 metros cuadrados se encontraba la sala comedor, la buhardilla dormitorio y la cocina. Nada que ver con la actualidad.
Paloma Rocasolano mantiene su piso de 37 metros cuadrados de su propiedad pero ya no vive ahí. La enfermera jubilada se mudó al piso de Marcus Brandler en la capital. No obstante, pasa la mayor parte de su tiempo en Zarzuela. La reina desalojó una habitación suite solo para ella. Durante el confinamiento pasó tres meses con su hija y sus nietas. Letizia no quiere que le falte de nada. La enfermera jubilada disfruta de los 1.800 metros cuadrados de la vivienda de su hija, que cuenta con todas las comodidades del mundo.