Las fotos de Juan Carlos sobando y besando a Bárbara Rey como dos adolescentes cuando era el jefe del Estado han sido un escándalo internacional pero, como era de esperar, las revistas del corazón en España lo han tapado. De las cuatro portadas de prensa rosa del miércoles solo un habla de "la polémica", sin citar a Juan Carlos, Es Lecturas y la siempre a contracorriente Pilar Eyre. La mejor cronista de la monarquía no podía hablar de otro asunto y lo hace desde la única perspectiva que nadie ha hecho: la reina Sofía. Los programas rosa ponen el foco en Bárbara Rey y su irrelevante guerra con el hijo, filtrador de las fotos, y los monárquicos como Vanitatis ponen el acento en Juan Carlos, víctima según ellos de la filtración. Corren a publicar cómo reacciona Juan Carlos que siempre hace igual: como si no pasara nada. Eyre acierta al poner el acento en Sofía, la cornuda, la engañada, la mujer que sabía de los cuernos pero se ha encontrado las fotos del marido en brazos de otra. Igual le pasó a la hija, la infanta Cristina, pero más digna decidió divorciarse. ¿Qué ha hecho Sofía? Irse de boda griega y sonrisa, sonreír mucho.
Pilar Eyre ha preguntado a una de las pocas personas que hablan con Sofía para saber cómo se ha tomado la emérita su humillación pública con las fotos: "Hablo con una de las pocas personas que la tratan, “La reina, que ha sufrido mucho con el rey, ahora hace tiempo que solo siente indiferencia, le importa poco lo que haga o diga, esas fotos no la han afectado en absoluto”. Le pregunto si habrá hablado con él y mi informante se altera, “¿Qué dices? ¡Hace muchos años que no mantienen ninguna conversación, ni por teléfono ni en persona! ¿Cómo va a llamarlo por este motivo?”. “¿Las hijas que piensan?” “Las hijas adoran a su padre y, como es natural, nunca han hablado de estos temas”. Pregunto por las memorias y mi confidente se ríe bondadosamente, “Tú y yo sabemos que las memorias de Juan Carlos no van a salir nunca".
Sofía sonríe a la boda y en la pre-boda del viernes por la noche, en su primera foto después del escándalo. Siempre sonríe porque le dicen que queda bien en las fotos. Sofía es la Pantoja: dientes, dientes que es lo que les jode. Eyre da toda la información en un párrafo: la emérita no habla con su marido desde hace años y se la soplan las fotos. Las dos infantas son herederas de la fortuna multi mil millonaria y evidentemente no le reprocharán nada a su padre por si las deshereda. Y las memorias son como las de Jaime del Burgo o las de Iñaki Urdangarin: un muñeco para asustar a Zarzuela que todo el mundo sabe que no se publicarán nunca. De hecho, ninguno de los tres anunciados libros de memorias se escribirá nunca. El único que escribió un libro escandaloso fue David Rocasolano, Adiós princesa, y nunca más se ha sabido nada más de él, se ha desintegrado y suponemos que está vivo, pero no es ni seguro. Y eso que su libro no era contra un Borbón sino contra Letizia.
La prensa extranjera es la única, excepto Eyre y otras honorables excepciones, que explica la verdad, sin complejos ni miedos. Por ejemplo el mote que recibe la reina Sofía fuera de España. Aquí, por una razón cortesana, absurda y aduladora, decidió crearse el término "reina emérita", inexistente como título nobiliario. Eyre revela que en el extranjero a Sofía la llaman simplemente exreina. Más cierto, más real y más humillante. Ya que no quiere ser la exmujer de Juan Carlos para poder mantener el estatus, lo que no puede esconder es que es una ex.