El drama de Kate Middleton ha acabado con las especulaciones, los ataques y el circo que rodeaba a los príncipes de Gales hasta hace unas horas. La propia Middleton ponía fin al juego del gato y el ratón con una aparición demoledora. Un vídeo explicando, en primera persona y de manera chocante, que sufre cáncer y que se está sometiendo a quimioterapia. Por eso su desaparición, por eso el silencio, por eso los movimientos extraños de las últimas semanas. Y también, precisamente por eso, el enorme escándalo organizado a su alrededor. Retoques estéticos, crisis de pareja... Casi de todo menos un mal diagnóstico de sus problemas abdominales. Todo se ha complicado a partir de la operación, el segundo cáncer en The Firm es una realidad. Y han esperado a comunicarlo primero a sus hijos ante que explicarlo a la opinión pública. Un movimiento comprensible, pero una estrategia de comunicación real terrible. Han alimentado una bestia mediática que ha traído de todo, menos tranquilidad.
Han sido muchos aquellos que, viendo y escuchando a Kate, que se han sentido especialmente sensibilizados. Entre ellos, muchos periodistas. Nos hemos dejado llevar por el comportamiento errático de toda una Casa Real como la inglesa, considerada como la más importante del mundo y que atraviesa una etapa convulsa y llena de incertidumbres. Por eso, las palabras de Middleton han supuesto un baño de realidad amargo: principalmente por empatía. Esto, que se explica tan fácilmente, no es tan habitual. Solo está al alcance de los grandes. Y en este campo, el del periodismo royal, hay una figura enorme. Por valía y por valores. Pilar Eyre, siempre ella.
El vídeo que dedica la catalana en su famoso canal de Youtube es una demostración palmaria de elegancia, honestidad, sentimiento y ejemplo. Con el impacto todavía visible en su expresión corporal, Pilar tardó poco en plasmar su reacción. Y lo primero de todo fue alabar a la protagonista: "Se me han llenado los ojos de lágrimas", reconoce, al recordar el momento en el que Kate habla de su marido Guillermo, agradeciéndole el apoyo, la dedicación y el cuidado de los pequeños de la casa. Un príncipe a quien se volvía a tildar de infiel durante la semana pasada con la famosa Rose Hanbury. Eyre también se siente tocada por el mensaje que, al acabar, la princesa dirige a todos los enfermos de cáncer del mundo. Y le reconoce un gesto: el de no quejarse.
El remate final de la escritora es sublime y la honra: "Por la parte que me toca, me da un poco de vergüenza haberme montado tantas películas. La verdad es tan cruda, tan cruel.. Que una persona joven, con tres niños pequeños, tenga un cáncer... Es una cosa espantosa". Y le envía este mensaje, con toda la humildad y con el corazón en la mano: "Yo soy creyente y voy a rezar miedo ella. No la conozco, pero voy a rezar por ella". Pilar Eyre, siempre en su equipo.