Queda mucho para que llegue el día del año donde el rey Felipe es la persona más feliz del mundo, queda poco para que llegue su día, el día que justifica la vida con todos los gastos pagados que le pagamos los ciudadanos, el día donde la gente sabe que como mínimo, hace una cosa para ganarse el sueldo. El 24 de diciembre, Nochebuena, cuando el monarca vuelve a viajar al siglo pasado, se pone sus mejores galas, coge una silla, se va a su rinconcito habitual de Zarzuela, se pone las manos encima de las rodillas y empieza a aburrir al personal con su bla, bla, bla carpetovetónico, retrógrado y vacío de contenido, como cada año, su discurso. Palabras que no llevan a ningún, tono que duerme a las ovejas y una falta de sentido televisivo, de modernidad, de siglo XXI, en definitiva, que echa para atrás. Pero ya sabemos que Zarzuela es una institución anclada en el pasado.
¿Quién le escribe a Felipe estas torturas en forma de discurso? ¿Quién perpetra esta aberraciones y atentados al ritmo, al contenido profundo y a las cosas que realmente importan? No lo sabemos, pero desde aquí secundamos la moción que han pensado en un Polònia de TV3 más genial que de costumbre. Este jueves se han superado a ellos mismos, y mira que ya es decir. ¿Por qué? Porque han mostrado cómo sería si Letizia, con la ayuda inestimable de su cuñada, la infanta Elena, se encargaran a partir de ahora de los discursos del rey español. Le escriben un texto a Felipe, se lo ponen en el prompter para que lo vaya leyendo mirando a cámara, y todo a punto. Hacen un ensayo donde el magistral Pep Plaza imita a Felipe leyendo el discurso en cuestión.
El toque genial llega, sin embargo, cuando la infanta deja K.O. al técnico encargado de ir pasando el texto que tiene que leer el rey, teniendo que sustituirlo... Drama asegurado. Porque Elena no sabe que hace, como de costumbre, y va moviendo el botón sin sentido, haciendo que el discurso que lee en directo su hermano sea maravilloso. Si algún día se hiciera realidad, adiós monarquía: "Los borbones nos estamos riendo en vuestra cara, y mienten quienes dicen que la monarquía está al servicio de los ciudadanos. Todos los españoles saben que el jefe del estado era un delincuente y no hay pruebas de que Juan Carlos I es un ciudadano ejemplar. Eso es rotundamente falso. Se dice que mi padre es un poquito ladrón, pero la ley no es igual para todos y habría que estar borracho para afirmar que España es una democracia plena. Buenas noches". MA-RA-VI-LLO-SO. ¿"Es posible que por primera vez esté de acuerdo con lo que ha dicho el rey"?, se pregunta un espectador. Otro que también comparte la opinión de este espectador es el diputado Jon Inarritu, que se troncha de risa al verlo:
Un gag magistral. Ojalá se hiciera realidad algún día.