No hay cosa que les guste más a los Borbones que ir de bodorrio. A la mínima que otro royal, o alguien de la aristocracia, celebra un día como este, vestidos de blanco, arroz, a la que suenan campanas de boda en su entorno, para allí que van. En muchas ocasiones hemos visto los últimos tiempos a Juan Carlos, Sofía, sus hijas Elena y Cristina o la rama de los nietos que se ven con el emérito, Froilán, Victoria Federica, Juan, Pablo, Miguel o Irene. En algunas ocasiones van en masa, pero en otros, van por separado o en pequeñas representaciones de la familia, en función de quienes sean los novios.
En esta foto de la boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, con Teresa Urquijo, vemos a la infanta Cristina bien sonriente, feliz y con un look que muchos elogiaron... Bien diferente ha sido de cómo la acabamos de ver en una imagen que ha sorprendido a todo el mundo, en otra boda que ha tenido lugar hace poco. Cristina, que vive en Ginebra, pero pasa muchas temporadas en Barcelona visitando a su hijo Pablo (o Pau, como quiere que le llamen en algunos entornos) o en Madrid, donde tiene al resto de la familia y a su grupo íntimo de amigos. Y dónde este fin de semana ha habido una boda. La aristócrata Victoria Matossian y el príncipe Cecil von Croy se decían el Sí, quiero el pasado sábado 22 de marzo, ante la presencia de buena parte de la alta sociedad, en la iglesia de San Pedro Apóstol de Fuente el Saz de Jarama.
La novia es nieta de Tessa de Baviera, prima segunda del rey Juan Carlos, con quien de jóvenes tuvieron una relación muy estrecha. Con el tiempo la relación se ha ido distanciando, pero aun así siempre han mantenido un estrecho vínculo. De hecho, ella es de las pocas que le han dicho las cosas a la cara al Borbón: "Juan Carlos está rodeado de pelotas. Yo le digo la verdad y le molesta. Me da mucha pena, pero ha metido la pata", decía en El Español. Juan Carlos, que por estas meteduras de pata su hijo Felipe le ha dado la patada y lo tiene bien lejos de Zarzuela, en Abu Davi, para que no moleste, no ha podido estar en el enlace de la nieta de su amiga de infancia. Pero ha enviado a su hija en representación, la infanta Cristina, que le cubre las espaldas, como su hermana Elena, en más de una ocasión.
La hermana del rey intentaba pasar desapercibida, pero una cámara indiscreta la ha captado de extranjis en la celebración posterior a la boda y ha sorprendido a todo el mundo por el paisaje que se ve. La revista Lecturas habla de esta imagen "robada" que ha dejado a todo el mundo perplejo. ¿Qué se ve? ¿Qué está haciendo, y sobre todo, qué cara pone la infanta, cuando le hacen una foto sin que ella se dé cuenta de ello? La culpable ha sido otra invitada, Eugénie Muller, amiga íntima de los novios, que quiso hacer una foto de ellos en la fiesta, y después la publicó. Las miradas, sin embargo, se van directamente hacia la derecha, donde la protagonista no son los novios, sino la infanta. Una Cristina sentada en un sofá, al lado de otra mujer, con cara compungida, de vinagre, tristota y un poco desencajada. En contraste con la felicidad que desprenden Victoria y Cecil, la preocupación en el rostro de Cristina, gesto serio, mirada al horizonte, copa en los pies, y "muy lejos de la felicidad y alegría que debería tener en una boda. Ni siquiera el estilismo de la infanta Cristina era acorde a un look de invitada para una boda de primavera".
Dicen que en las bodas todo son sonrisas y caras alegres... Siempre y cuando no invites a la infanta Cristina.