Telecinco ha apostado y ha perdido. Estrepitosamente. El especial sobre el vigésimo aniversario de la boda de Felipe y Letizia ha fracasado en la noche del sábado, situándose como tercera opción en el Estado español con un paupérrimo 8'3%. El estreno de la enésima edición de 'La Voz Kids' en Antena 3, e incluso una película en La 1, fueron más vistas que el formato presentado por Isabel Jiménez. No pasará a la historia, a pesar de la enorme cantidad de testimonios que recogieron a través de invitados y entrevistas grabadas. La sensación generalizada era de masaje, aunque siempre hay excepciones. Algún puñal sí que voló desde la cadena amiga, y con destinatario concreto: la familia política de la reina, los Borbones.
Que la asturiana no era la persona que querían en su núcleo clasista y privilegiado es bien sabido. Juan Carlos, Sofía y Elena, especialmente y desde el primer momento. La divorciada plebeya, sospechosa de republicana, con un padre viviendo en pecado, abuelo taxista... una herejía. Ahora, años después, también sabemos que por allí estaba Jaime del Burgo, personaje de alto voltaje y mil vivencias espeluznantes. La boda fue campo de minas para los Ortiz Rocasolano por la presión de los royals, llegando a situaciones esperpénticas y conflictos intrafamiliares. Fue la recepción oficial, el acto de bienvenida, a su nuevo universo particular.
El programa, obviamente, no ha tocado la figura proscrita del examante y excuñado navarro, quien amenaza ahora con una serie de televisión (ya no hay libro en la imprenta). En cambio, sí que ha revelado la conducta agresiva y nada amistosa de los miembros hacia la nueva princesa de Asturias. La encargada de transmitir el mensaje, una presentadora de televisión catalana muy conocida en todo el estado español, Sonia Ferrer. Una examiga de TVE que compartió tiempo con la periodista, en maquillaje hacían piña. Letizia nunca le explicó que estaba con el futuro rey de España, pero se olían una bomba de la colega. Hacía cosas raras para la época, como tener dos teléfonos móviles. "Yo sabía que estaba con un diplomático", especulaba en aquella época Ferrer. El día del anuncio oficial, "estaba nerviosísima", recuerda. Pero no es lo único que le viene a la cabeza, no.
A partir de aquel día, la vida de Letizia Ortiz no volvería a ser igual. Dejó el piso de soltera de Valdebernardo, de infausto recuerdo por el suicidio de su hermana Erika, madre de Carla Vigo, y se instaló en el Pabellón del Príncipe del complejo de La Zarzuela. Sonia recuerda cómo eran de virulentas las críticas a la nueva royal, "desmedidas" y que venían de todas partes, "monárquicos y no monárquicos". Pero lo más doloroso fue sentirse despreciada y abandonada por la institución que pasaría a representar: "Tampoco se sintió arropada por la Familia Real". A pocas palabras, ya saben. Normal que Letizia celebre más haber sido madre que la esposa del rey de España. Un mal rollo constante.