Mientras continúa de vacaciones con su familia y a bordo de un lujoso avión, la princesa de Asturias cuenta impaciente los días que le faltan para hacer su primer acto oficial. Ya en Palma, en el palacio de La Almudaina, se la vio más habladora de lo que acostumbra y cogiendo protagonismo por delante de sus padres.
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Aunque algunos como Jaime Peñafiel consideran que Elionor es "ese ejemplo de niña maleducada y poco cariñosa", y que la madre ("la Barbie" para el escritor) la quiere presentar en sociedad como "una Lolita" , no hay duda que los reyes tienen mucho interés en hacer que su hija mayor dé un paso adelante y empiece a dar sus primeros pasos en la agenda de la monarquía. Con respecto al padre, queda por ver si hará que la posible futura reina de España reciba formación militar como lo hizo él y como corresponde al jefe de las Fuerzas Armadas. De momento, Felipe ya se la llevó el día que él cumplía 50 años a que le regalaran a su hija un Toisón de Oro, un collar dorado, máxima condecoración de la Corona.
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Dentro de unas semanas, Leonor tendrá que empezar a justificar este Toisón de Oro y se estrenará presidiendo actos oficiales. Será el 8 de septiembre, cuando asista por las fiestas de Covadonga 2018 al primer centenario de la coronación de la Santina, el parque nacional de la montaña de Covadonga y el 13º de los orígenes del reino de Asturias. Estará en las tierras de donde ella es princesa, y para rendirle homenaje, aquella comunidad tiene prevista una apasionada agenda propia de los habitantes de Bienvenido Mr. Marshall.
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Leonor, acompañada de su hermana y sus padres, recibirá, además, un regalo muy especial para conmemorar el hito: un nuevo mirador que llevará su nombre y que ella misma inaugurará. El Mirador de la Princesa, situado en el parque nacional de los Picos de Europa, delante del lago Enol, se añade así a otros miradores reales que hay por la zona, una especie de centro comercial de los miradores monárquicos, y en plena naturaleza, con la existencia del mirador del Rey, el de la Reina o el del Príncipe. Curiosamente, sin embargo, se da la casualidad de que el mirador está muy cerca de un monolito de piedra que homenajea a un montañero ilustre de la zona, José Ramón Lueje, hijo de republicanos. Si sin un mirador dedicado a ella ya iba por la vida exigiendo reverencias a sus compañeros de escuela, imaginen cómo irá ahora... Tan crecida que no se la verá ni desde el Mirador de la Princesa.