La Princesa Leonor cumple 15 años este 31 de octubre. Entra de lleno en la adolescencia y en la cuenta atrás hacia la mayoría de edad. La niña se hace mayor, pero la tutela de Felipe y Letizia es tan férrea que no deja, ni dejará, de ser tratada como tal. Su futuro está escrito, como dijo su madre: "será lo que debe ser". No hay espacio ni para la improvisación ni para la libre elección. Así la han ido modelando en Zarzuela, convirtiéndola en el robot que tendrá que salvar la monarquía en sus horas más bajas y lamentables. Una niña que con 11 años se declara fan de Kurosawa (con todo el respeto para con cinéfilos y el gran director japonés) no es una niña que actúe como tal.
La celebración del cumpleaños de Leonor viene marcada por la pandemia y las restricciones. Da la impresión que tendrá que celebrarlo en la intimidad del enorme palacio en el que, pobrecitas, han pasado y pasarán los confinamientos "como el resto de niños y niñas", según dijo en aquel gélido discurso. No habrá reuniones con los amigos de clase ni la fiesta de Halloween que siempre organizaban en su casa en su día más especial. Parece que sólo contará con la familia más próxima, a excepción evidentemente de Juan Carlos, el abuelo paterno huido a Abu Dhabi, por mucho que apunta a que será exonerado por el Tribunal Supremo de sus fechorías. Ahora bien: es pronunciar el nombre de Juanito y Letizia hace el gesto de "lagarto, lagarto." No quiere que le contamine a las criaturas, que con tanto esfuerzo está adoctrinando para asegurarse un futuro dorado.
Leonor va abandonando pues la infancia y empieza a ver un horizonte de adulta: instrucción militar, un país crispado y dividido respecto de sus privilegios medievales, y ni voz ni voto hasta dentro de muchos años. De hecho, algunos le están buscando matrimonio de conveniencia con el heredero del trono de Dinamarca. También la visten con tacones. Pobre niña (rica), la verdad. Pero vaya, como Pablo Casado y sus seguidores votaron a Felipe como Rey (verdad?), "ajo y agua".