Federico X y Mary de Dinamarca han estrenado la carpeta de visitas de estado de su joven reinado. No se han complicado la vida: han ido a parar a la vecina Suecia, una monarquía que es al mismo tiempo amiga, socia y familia. La abuela del danés era la reina Ingrid de Suecia, quien moriría en el año 2000 en Copenhague (no en Estocolmo). Los royals daneses llegaban hace 24 horas en barco, el Dannebrog, vestidos de gala para la recepción oficial a pie de puerto. El acto central y más esperando, la cena de gala en el Palacio Real, el mismo escenario donde Letizia montó aquel alboroto con el protocolo local, agachada mientras recogía su bolso y su contenido desparramado por el suelo. Todavía recordamos la cara de la reina Silvia, estremecida. Ella, tan recta, tan tradicional, tan inflexible. En esta ocasión no ha sufrido sustos durante el recibimiento a los polémicos primos escandinavos.
Curiosamente, sin embargo, los reyes daneses han sido eclipsados por otra royal local, la auténtica triunfadora en cuestiones de estilo. Hablamos de la princesa Sofía Cristina, la mujer del guapo Carlos Felipe, el hermano de la futura reina Victoria. Una mujer que deslumbró a pesar de la etiqueta de proscrita y sospechosa habitual que arrastra por su pasado. Unas fotos suyas haciendo de modelo en topless cuando tenía 20 años, y su participación en un reality de televisión, la han estigmatizado durante su relación de 14 años, 9 de matrimonio y 3 hijos con el royal. Un comportamiento clasista y repugnante, pero el pan nuestro de cada día en las medievales y arcaicas estructuras monárquicas.
Un detalle del look de Sofía, de 39 años, es revelador sobre el cordón sanitario sutil y soterrado que se impone a la princesa: la tiara que llevó durante la gala. Es la de su boda, y siempre la utiliza en actos de este tipo, aunque el joyero de los Bernadotte, la Familia Real de Suecia, es el más lujoso, valioso y variado de las monarquías europeas. Parece que ella no tiene acceso a su contenido. Y que se tiene que conformar con el regalo que le hicieron los suegros el día que dio el "sí, quiero" a su segundo hijo. Lo que subyace es evidente: no la consideran una igual. Y a pesar de todos sus esfuerzos por encajar, y de mantener una actitud mucho más modélica que otros parientes políticos, parece que nunca llegará al nivel. Aunque claro, siempre hay otra teoría, mucho más romántica: que utilice la tiara como una declaración de amor a su marido... y una pulla a sus enemigos internos. Todo podría ser.
Sofía, como conoce tan bien la joya en cuestión, la sabe combinar perfectamente. Y además, sublimando el arte del reciclaje: también reutilizó el vestido. Un modelo de color azul cielo de la diseñadora Ida Lanto, explica el digital Billet Bladet, y que ya llevó en la ceremonia de los Premios Nobel del año 2022. Ganó el partido y sin bajar del autocar. Una reina entre cuchicheos.