La decisión surrealista de dejar abiertas las peluquerías cuando estalló la crisis sanitaria dejó a todo el mundo fuera de juego. Después, sin embargo, la razón hizo que se cerraran como el resto de establecimientos. Pero los que no aprovecharon aquellos días de impasse para ir, ahora se deben estar arrepintiendo. Las melenas que deben estar creciendo en los hogares deben ser considerables. Es lo que tiene el confinamiento. Matas que van creciendo rebeldes y vete a saber si cuando la cosa vuelva a la normalidad, todos pareceremos los Beatles cuándo salgamos a las calles.
Felipe, no. El rey de España no necesita que el gobierno reabra los comercios. Él tiene servicio a la carta. Si no, no se entiende que su pelo presente un aspecto más arreglado de lo que hace unos días. O eso o Letizia es una reina con las tijeras. Este es el cogote que tenía Felipe este lunes en su despacho cuando se reunió con la ministra Díaz:
Y este es la nuca de hace casi un mes, cuando le visitó el ministro Ábalos:
Recorte evidente. Lo que no veremos nunca, sin embargo, es el proceso de cortarse el pelo. Un gesto de proximidad con la ciudadanía donde se suelte el pelo, y nunca mejor dicho. No se estila entre los Borbones. La realeza europea, sin embargo, no para de dejarles en evidencia. Lo ha hecho la reina Máxima de Holanda enseñando un despacho mucho más acogedor que la frialdad de la sala de trabajo de Letizia. Y ahora quien ha enseñado el antes y el después del paso por peluquería ha sido el príncipe Federico de Dinamarca. Allí se han abierto. Y él mismo no tenía problema en mostrar cómo tenía la cabeza y como le ha quedado después:
Una imagen impensable en el rey español. Los Borbones no quieren enseñar cómo se cortan el pelo, pero no se cortan con según qué. Si no, que se lo pregunten a su padre.