Ahora que se habla tanto de Juan Carlos I 'el fugado' y se pide incluso la expulsión de la Casa Real, resulta curioso echar una ojeada a la historia de unos royals que ya no lo son más. El expríncipe Enrique, más conocido Harry, y su esposa estrella de series y cine Meghan Markle, han abandonado la poderosa familia real inglesa por voluntad propia, muy diferente a la hipótesis de Borbón. Pero al fin y al cabo, pasar de rey o príncipe a ciudadano vulgaris es una rareza notable. Y muy saludable. Tanto como cierto procesos fisiológicos imprescindibles para seres de sangre azul... y de roja.
El caso es que en el Reino Unido y en el mundo virtual triunfa la biografía de la pareja, 'Finding Freedom', que repasa la salida de Palacio y algunos detalles íntimos de su enamoramiento. Y mira por dónde, aquí vuelve a aparecer como un espíritu errante Juan Carlos I: la gran prueba de amor con la que Harry perdió la cabeza por Markle fue en Botsuana, lugar maldito para las monarquías actuales. Allí donde Juanito mataba elefantes con su amante Corinna, se rompía la cadera y empezaba su caída a los infiernos, tiempo después la parejita se enamoraba mientras Meghan se aliviaba haciendo pipí y caca en la naturaleza. A Harry eso le robó el corazón, como explica Vanitatis: "gratamente sorprendido".
El caso es que aquella descarga en Botsuana fue la chispa del amor... y de la salida de la realeza. Otros la 'cagaron' mucho más en el mismo lugar de África y, a pesar de que renombrado como emérito, no entrega la corona y va haciendo de Willy Fog a 'cuerpo de rey'. Typical Spanish.