La reciente visita del rey Carlos III y Camilla Parker Bowles a Australia está resultando ser un verdadero fiasco, con abucheos, tensiones y comparaciones poco halagüeñas con la inolvidable princesa Diana. Los australianos, conocidos por su carácter directo y su espíritu indomable, no están dispuestos a dejar pasar por alto los desaires de la monarquía británica. Y todo esto se intensifica por un detalle que parece absurdo, pero que ha indignado a muchos: la negativa de la pareja real a usar unos baños reformados que, increíblemente, nunca han sido inaugurados.

La visita real estaba destinada a ser un acto de gloria, una oportunidad para estrechar lazos entre el Reino Unido y la Mancomunidad de Naciones, pero ha resultado ser un terreno minado. Un incidente notable ocurrió cuando la senadora indígena independiente Lidia Thorpe esperó que el monarca terminara su discurso y le gritó: “No eres mi rey”, acusándolo de "haber cometido genocidio" contra los pueblos indígenas durante la colonización en la Commonwealth.

El desprecio de la realeza británica hacia las inversiones australianas

Pero lo que realmente ha dejado a los funcionarios de Sídney con un sabor amargo es el hecho de que Carlos III y Camilla se negaron a utilizar los lujosos baños insonorizados del Parlamento de Nueva Gales del Sur, remodelados para la visita de su madre, la difunta reina Isabel II, en 1992. Según el ‘Australian Daily Telegraph’, los parlamentarios esperaban que esta vez la pareja real sí hiciera uso de estas instalaciones, que costaron más de 30,000 dólares australianos de la época. Un gasto que hoy en día resulta insultante para los contribuyentes, ya que ni siquiera la reina Isabel II llegó a estrenarlos. Después de tantas inversiones en infraestructura para recibir a la realeza, los funcionarios de Sídney se sienten profundamente decepcionados.

Y es que, después de tantas décadas, los baños continúan sin ser utilizados y, lo que es aún más preocupante, los miembros de la realeza, siguiendo el protocolo inglés, suelen elegir no beber nada durante sus visitas para evitar tener que ir al baño. Esto ha generado una gran frustración entre el pueblo australiano, que considera que esa remodelación fue un verdadero despilfarro y una falta de respeto a sus contribuciones, que podrían haberse utilizado para beneficiar a los ciudadanos en lugar de haberse malgastado en unos baños insonorizados.

Carlos III y Camilla: ¿una conexión fallida con el pueblo australiano?

No hay duda de que la imagen de la monarquía británica está sufriendo. Las comparaciones con la visita de Diana, quien siempre supo conectar con el pueblo australiano, no se hacen esperar. Lady Di es recordada con cariño, mientras que Carlos III y Camilla Parker Bowles parecen no estar a la altura de las expectativas. Con cada abucheo y cada comentario sarcástico, se siente la presión sobre los hombros de los actuales monarcas.

Ahora bien, ¿acaso Carlos III está repitiendo los errores de su madre? La respuesta parece ser un rotundo sí. La difunta Isabel II también enfrentó un descontento similar durante sus visitas a Australia. Las lecciones del pasado parecen no haber sido aprendidas. Este nuevo capítulo en la saga real está alimentando el debate sobre la relevancia de la monarquía en tiempos modernos, especialmente en un país que ha luchado por su independencia y que, a menudo, se siente subestimado por la realeza británica.