La princesa Leonor, a estas horas, ya se encuentra de retorno a la normalidad. Mientras sus padres Felipe y Letizia están en viaje oficial a Dinamarca, la princesa ha vuelto en compañía de sus compañeros cadetes de primer curso a la academia militar de Zaragoza. Un retorno a la normalidad que seguro que agradece, después de una semana (y de un mes) intenso, donde la hemos visto hasta en la sopa: en la jura de bandera, en el desfile del 12 de octubre, en los premios Princesa de Girona, en la visita al 'Pueblo Ejemplar de Asturias', en la jura de la Constitución y en la celebración privada y familiar que hicieron en El Pardo para celebrar que la heredera ha llegado a la mayoría de edad y ha soplado 18 velas el pasado 31 de octubre.
Imágenes de la protagonista el día de su fiesta hay pocas. De hecho, esta borrosa, otra donde se ve el outfit que llevaba para la ocasión, un vestido de color rojo, y para de contar. Mutis por el foro en Zarzuela, no fuera que viéramos a la joven, ya mayor de edad, pasándoselo bien en su fiesta. O quizás es para evitar justamente lo contrario: verla con cara de aburrimiento, rodeada de los yayos y de los primos o tías con quienes prácticamente no tiene relación. Tampoco, sin embargo, han trascendido unas imágenes de donde seguro que se lo pasó bomba. Y es que al volver a la capital aragonesa, la esperaban sus amigos y amigas para hacer una celebración comme il faut, una fiesta sorpresa comiendo lo que les salía del moño, sin la mirada inquisitoria de su madre y pudiendo dejarse ir un poco.
No fueron al restaurante El Tuno, uno de los locales de cabecera de los cadetes de la academia, donde corresponden estas imágenes. Aunque les encanta ir allí cuando acaban su jornada formativa, sus amigas la sorprendieron con otro local. Un escenario que se le aparece a menudo en las pesadillas de la reina y healthy Letizia: una hamburguesería. Concretamente la Panzzer Grill. Al diablo con la dieta. Ya lo quemarían después durante los ejercicios del día siguiente. El caso es que la cadete Borbón y sus amigas se pusieron como el Quico de carnaca: una 'Panzzer', una hamburguesa de ternera de 200 gramos con mil y un toppings antifitness. Cebolla caramelizada, tocino, queso cheddar y camembert y mucha salsa chorreando: "La princesa Leonor, acompañada de unas amistades, decidió celebrar en nuestro establecimiento su 18 cumpleaños y nos llena de alegría. Agradecemos de corazón su simpatía, cercanía y discreción y estamos muy orgullosos de haberla podido acompañar en un día tan especial"...
Después de las hamburguesas, las patatas fritas y toda la pesca, tocaba el turno de los postres. Azúcar en venda para la hija de Felipe y Letizia con una galleta con triple chocolate, con helado de avellanas y chocolate a la taza. Una bomba calórica. Y por si no fuera suficiente, qué sería de una celebración de cumpleaños sin una tarta donde poner las velas para soplar. Evidentemente, Leonor tuvo la suya. Una de aquellas que tienen escritas algunas palabras con azúcar fondant, chocolate o nata. Pero sorprendentemente, lo que le regalaron no tenía nada escrito como "Felicidades Leonor", "Felices 18 años" o "Felicidades cadete Borbón". Según El Heraldo, las amigas le tenían preparada una sorpresa justo antes de soplar velas y justo después de que le cantaran el tradicional 'cumpleaños feliz' de Parchís.
Un cumpleaños que compartió con otra cadete, que también lo celebraba. Y en la tarta, unas velas de colores que en lugar de tener forma del número 18 formaban un curioso mensaje. Dos palabras: 'ERES VIEJA'. Por cierto, según el citado medio, después de la cena, "pagaron cada una su plato. La princesa abonó 20.30 euros en efectivo, según explicaron desde el restaurante". Vaya, la chica es igual de tacaña que su padre, que cuando va a cenar con los amigos también pagan a pachas.