La final del Mundial Femenino de fútbol entre Inglaterra y España está teniendo tantas consecuencias que supera la final de Qatar que sirvió, no es poca cosa, para poner a Leo Messi donde toca: como el mejor jugador de la Historia. La final de Sidney será recordada por muchas razones: por la primera estrella de una selección llamada a marcar una época, porque vio a los responsables de la selección vencedora tocándose el paquete en el palco, tocando un pecho o robando un beso a las jugadoras, cargando de otros como un saco de patatas o tocando de manera improcedente a la única royal presente en el Estadio, la reina Letizia. Precisamente esta figura, una reina desenvuelta, suelta y haciendo un muy buen papel con su hija futbolista es otra derivada: Letizia acertadísima cuando ha  sabido entender lo que se esperaba de ella.

Letizia en Sidney celebrando, también, su propia victoria GTRS

Otra consecuencia inesperada de la Final es el reverso de Letizia: la ausencia deliberada de Kate y Guillem de Inglaterra en la final. El descenso en popularidad de los siempre queridos príncipes de Gales ha sido vertiginoso al declinar la invitación para apoyar a su selección femenina. Un desastre de imagen que los ha dejado tocados. Todo fue ridículo, un vídeo en redes del príncipe con su hija y una pelota de fútbol dando ánimo a las jugadoras, y pocas explicaciones. Ha parecido que no iban por una frivolidad: no interrumpir sus vacaciones. La opinión inglesa, viendo el buen papel de Letizia, todavía se pregunta por qué tienen monarquía si no es para días como este. La ausencia de los príncipes se debe a una razón oculta, o no explicada, que ha publicado hoy el diario monárquico por excelencia, La Vanguardia, y su experta Mariángel Alcázar.

Escribe Alcázar: "La presencia de los príncipes de Galas en el Accor Stadium de Sidney no fue posible por una regla no escrita que marca que ningún miembro de la familia real británica puede visitar un país del Commonwealth (y Australia lo es) hasta que no lo haya visitado el jefe de Estado, en este caso Carlos III". Una norma ridícula porque Carlos ha sido coronado el mismo verano que se ha jugado el Mundial Femenino y era imposible que ya hubiera visitado Australia. Pero Carlos vive agarrado como una garrapata a la tradición y esta le va perfecta ya que evita que el hijo suba en popularidad. El peor temor de Carlos está pasando: todo el mundo prefiere a Guillermo como jefe del Estado y no al huraño, clasista y obsoleto Charles. El diario de Godó quería culpar a "la tradición" pero en realidad hay alguien, Carlos, que encarna esta tradición.

Camila y Carlos III GTRES

La tradición no lo puede justificar todo, si no en Londres todavía quemarían brujas al fuego. La coartada para no culpar a Kate y William de una evidente mala decisión conlleva que el señalado pasa a ser Carlos III: si el hijo no podía ir, ¿por qué no fue el rey a Sidney a dar apoyo a la selección? O como hizo Felipe, enviar a la consorte. Camila habría hecho un papel perfecto, similar al de Letizia pero a la inversa: en lugar de dar botes, consolar a las llorosas jugadoras y a la afición inglesa. Una nueva oportunidad perdida de los royals. No están para lo que han de estar.