Durante su juventud, Felipe fue un hombre intensamente deseado, tanto por su condición de heredero como por su presencia imponente: alto, educado, reservado, con ese tipo de magnetismo que mezclaba timidez y autoridad. Pero sus romances nunca convencieron a su padre, Juan Carlos I, especialmente cuando se trataba de mujeres sin linaje aristocrático. Esa tensión constante con su familia le llevó a buscar espacios propios, lejos de la supervisión de palacio. Así nació la tradición de este refugio de verano, que con el tiempo se convertiría en su único lugar de libertad.
Según reveló Pilar Eyre, este refugio íntimo está a las afueras de Madrid, donde Felipe se encontraba con algunas de sus amantes más conocidas, como Eva Sannum. Este escondite se encuentra en una finca privada ubicada en las inmediaciones del pantano de San Juan, a poco más de 50 kilómetros de la capital. Un lugar alejado de las miradas indiscretas, entre pinares y colinas, con acceso restringido y vigilado por los escoltas personales del entonces Príncipe de Asturias.

Felipe encontró la discreción para sus correrías de soltero
Durante aquellos años, Felipe organizó fiestas privadas con modelos y amigas cercanas. En muchas de ellas participaba solo; en otras, asistía acompañado por un pequeño grupo de confidentes. Se trataba de encuentros que escapaban a la rigidez de Zarzuela, a la vigilancia de sus padres y a los objetivos indiscretos.
Con el paso del tiempo, y tras su matrimonio con Letizia, Felipe VI dejó atrás aquellas veladas nocturnas. Sin embargo ese refugio secreto ha vuelto a cobrar protagonismo. A medida que la relación entre Felipe y Letizia Ortiz se ha ido enfriando, y los rumores sobre su separación silenciosa crecen, se ha hecho más frecuente su escapada a este rincón del pantano. Allí no hay cámaras, ni miradas indiscretas, solo un pequeño equipo de escoltas de confianza y un entorno preparado para que el monarca pueda desconectar… o conectar con otra persona.

La presunta amante de Felipe forma parte del entorno de los hermanos Fuster
Esa otra persona, según varias fuentes especializadas en Casa Real como Jaime Peñafiel o Laura Rodríguez, es una mujer rubia, delgada, muy atractiva, divorciada y con raíces aristocráticas. Vive en Pozuelo de Alarcón y mantiene un perfil bajo, aunque su apellido remite al franquismo: es prima de los nietos de Franco y su familia ha estado siempre bien conectada. Pertenecería al círculo íntimo de amistades que el monarca tiene con los hermanos Fuster, y su vínculo con él no sería nuevo, sino más bien una historia que viene de lejos y que ha sobrevivido discretamente durante años.