La cena de Nochebuena en Zarzuela ha mutado mucho los últimos años. Ahora no queda ni el Tato. Cuatro gatos mirando el discursito de papi Felipe, cena en petit comité y adiós muy buenas. Y este año, no sólo por la pandemia. En la casa real aquello de tonto el último esta noche toma más significado. Entre los que se fugaron, los sobrinos que pasan, las cuñadas cada una en su casa y la poca sintonía entre suegra y nuera, la cena de esta noche se terminará rápido.

Letizia y Juan Carlos (GTRES)

Lejos quedan aquellas imágenes de los reyes eméritos rodeados de hijos y nietos. Lejos han quedado aquellos tiempos donde Santa Klaus dejaba regalos a los más pequeños y a los no tanto pequeños. Pilar Eyre ya desgranó cómo fue la primera Navidad en casa de los Borbones. Una Navidad donde la humillaron con regalos como estos y mofas constantes: "A Letizia le tocó de regalo un feo pijama de franela y zapatillas a juego que había comprado su suegra en los almacenes Harrods de Londres. Letizia reveló que no sabía esquiar, y aquí se metió la infanta Pilar hablando a gritos: “¿No sabes esquiar?, ¿y navegar?”.

Familia Real (GTRES)

No ha sido el único regalo que ha irritado a la reina durante estos años. Explican en Vanitatis que en Zarzuela, como muchos hogares del país, se pasó de intercambiarse los obsequios a instaurar lo que se conoce como amigo invisible. Para que no hubiera quejas, todo el mundo hacía un regalo y le tocaba a quien le tocaba. Pero ya se sabe que a menudo hay intercambio de papelitos: "¿Quién te ha tocado? ¿Me lo cambias"?. Dicen en el citado medio: "Este sistema creó más de un conflicto entre algunos de los familiares que acudían a la cena, al sentirse infravalorados o considerar que el regalo no era de su agrado".

Letizia (GTRES)

Curiosamente, una de las que pilló con un regalo que no le gustó nada, fue, oh sorpresa, Letizia, que un día recibió unas botas de agua de la marca Hunter. No fue el único momento incómodo. Otro lo protagonizó un hijo de la infanta Pilar que se olvidó de comprar nada. "La historia la resolvió doña Sofía, al hacer llegar al olvidadizo sobrino un objeto para que entregara a quien le había tocado". Lástima que ahora ya haya acabado esta práctica en casa Borbón... los regalos envenenados que se podrían dedicar los unos a los otros serían de traca.