Zarzuela está llena de pongos. Por no hablar del pabellón de trofeos de caza que mandó construir el rey Juan Carlos en los terrenos de la Zarzuela y que ahora están prácticamente dejados de la mano de Dios. La lista de objetos esperpénticos es larga. Desde alabardas bélicas hasta esculturas absurdas. Capítulo aparte merecerían los regalos y obsequios que reciben los reyes cuando hacen sus visitas oficiales. Aunque ya sabemos que al rey, los regalos que le gustan son los billetes.
Pero probablemente, ninguno de los obsequios que han recibido los Borbones sea más lamentable que el que le hizo un antiguo amigo suyo y compañero de cacerías. Explica la revista Vanity Fair que este honor le corresponde a Lloyd Powers y su mujer Reva, un matrimonio norteamericano de Denver. Vamos por partes. Año 1968. Juan Carlos y Powers, rifle en mano, se van a matar animales al río Cubango de Angola. Una escapada clandestina como las que ha hecho toda su vida. Pero entonces, todavía estaban lejos Corinna, Botsuana, los elefantes y el "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir".
El Borbón tenía entonces 30 años. Abatió a un hipopótamo con su arma. Al animal le extrajeron los colmillos, concretamente, los caninos inferiores, que su compañero de caza se llevó a casa. Como hicieron buenas migas, al año siguiente, Juan Carlos le hizo llegar al matrimonio norteamericano una felicitación navideña donde salía su hijo Felipe, de poco más de un año, con cara de pocos amigos. Los Powers la ampliaron y perpetraron un grotesco regalo de retorno hacia los reyes españoles. Un pongo esperpéntico formado por la foto del actual rey, flanqueado por los dos colmillos del hipopótamo. Una imagen que inmortalizó un diario de Denver.
Si ya son una broma de mal gusto las cabezas de los animales cazados y disecados en las mansiones de según qué abyectos cazadores, imaginen si al combo le añadimos la cara de un niño, ni que sea, del príncipe Felipe. Lucir orgullosos los colmillos de un animal abatido de manera miserable al lado de la foto de un niño, es una imagen dantesca. Seguro que al Borbón le hizo mucha gracia y enseñaba el regalo a sus amistades.
El citado portal se hace una serie de preguntas que valdría la pena saber: "¿Estuvo expuesto en alguna de las mesas o estanterías de palacio? ¿Les mandarían los príncipes de España una carta de agradecimiento a Lloyd y Reva Powers?". Y la más importante: "¿Conservará 50 años después el rey emérito o el rey Felipe este regalo? Y si lo conservan, ¿dónde se encuentra?". No nos extrañaría nada que lo tenga en su mesilla de noche de Abu Dhabi... Cómo no se sea mirando este regalo, no parece que pueda volver pronto a ver de cerca ni a su hijo ni a los animales en una cacería.