La presencia de la reina Letizia en Girona vino marcada por dos elementos que destacaban por encima de los otros: el vestido 'rojo España' que decidió lucir oportunamente en Catalunya y el peinado. "Podemos decir con franqueza que nunca ha estado tan poco favorecida: el vestido, un repetido asunto lencero rojo de Carolina Herrera, ya era atroz de por sí, pero lo peor era el peinado, que se lleva el premio a la fealdad y la cursilería", escriben cronistas del estilismo monárquico como el periodista Carlos García Calvo en el diario El Mundo. "La reina Letizia cultiva el autofeísmo", titula en su artículo. Al final, ella misma se encargará de darle la razón a su enemigo íntimo, Jaime Peñafiel, que la tildó de barbie.

Reina Leticia Premios Princesa de Girona - Sergi Alcàzar

Sergi Alcázar

El mismo autor alimenta la teoría que en la primera aparición oficial que ha tenido después de volver de los Estados Unidos, en la celebración del Día Internacional de las Personas Sordociegas, se le notaba la cara inflada. "Con esto da pábulo a la teoría de sus seguidores que mantienen que cuando desaparece por una semana, reaparece con un cara transformada por infiltraciones de mesobótox".

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Efe

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Son muchos los que aconsejan a la reina que se ponga en manos de un estilista, de un peluquero y "sobre todo, que deje sus supuestos pinchazos, infiltraciones, hilos tensores y todas esas cosas a la que es adicta según lenguas anabolenas". De hecho, después de su aparición pública en Girona, incluso Pilar Rahola se dirigió a la especialista en casa real, Pilar Eyre, incrédula por lo que estaba viendo en la cara de Letizia:

Hoy Letizia y Felipe han asistido a un acto en Caldes de Malavella, al encuentro anual de "Rescatadores de talento":

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Pero los que estaban rescatados eran sus pómulos, que seguían marcando su rictus.