La reina Letizia no ha podido resistirse más y ha acabando "pasando por el aro": acaba de recibir la vacuna contra el coronavirus. Ortiz, de 48 años, ha tardado de lo lindo en emular a su marido Felipe, desatando la teoría de que pertenece al grupo de seguidores de Miguel Bosé. Vaya, que es anti-vacunas. Llama la atención, y no sólo por tratarse de la segunda figura pública del estado, a la que se suponeque debe dar ejemplo con hechos y no palabras: también por ser hija de una enfermera, sector muy concienciado con la pandemia y que ha sufrido sus efectos con virulencia.
Evidentemente, la posición oficial de Zarzuela desmonta cualquier sospecha en torno a las reticencias de la monarca hacia la Ciencia. "La reina se ha vacunado cuando le tocaba". Bueno, quizás sí, pero también da la impresión que lo ha hecho cuando le ha salido de sus reales narices. El periodo de vacunación de su franja de edad, entre los 40 y 49 años, empezó el pasado 9 de junio. 5 semanas después, una de dos: o los sanitarios madrileños pinchan con escuadra y cartabón, o la consorte ha dilatado el trance hasta que no ha podido estirar más el chicle. Aunque la razón más plausible es otra: cumplir escrupulosamente su papel predilecto: el de "mamá gallina".
Sí, porque si Letizia se ha inoculado la vacuna en el WiZink Center de la capital de España, ha sido de rebote. Ella lo que realmente quería era acompañar a su hija, la princesa Leonor, que también ha recibido la inyección. Quizás más de uno se sorprenda: ¿una adolescente de 15 años colándose en la fila de la vacunación por llevar supuestamente sangre azul en las venas? Más o menos este sería el resumen, pero tiene letra pequeña.
Los grupos de vacunación no incluyen a los menores de 16, excepto a los estudiantes que tengan que hacer cursos en el extranjero. Y como Leonor está a punto de volar del nido para irse a un colegio elitista y carísimo en Gales, el UWC Atlantic College, ha sido incluida en la lista. La madre, como siempre, ha supervisado la operación cumpliendo la normativa vigente del gobierno de Ayuso: la menor tiene que ir acompañada del padre, madre o tutor legal. Ahora bien, no ha podido escapar de la aguja.
El caso es que la Corona siempre tiene que chirriar, haga lo que haga. Y con las vacunas ha pasado exactamente lo mismo: Juan Carlos, pinchándose el remedio chino en su escondite de los Emiratos y pasándolas canutas, y Elena y Cristina, haciendo turismo sanitario de lujo y saltándose su turno como cualquier "españolito". Todo lo hacen igual.