A estas horas es probable que la reina Letizia esté preparando las maletas para marcharse unos días de vacaciones después de sus días de vacaciones. Ya se sabe, mirar las musarañas tantas horas agota. Hacer el paripé yendo a mercadillos y teatros con su suegra deja exhausta. Sólo le falta saber a la monarca que su amigui Jaime Peñafiel considera una provocación que se hayan marchado de vacaciones ("no es el momento ni de estar practicando la vela, ni de estar relajándose. Tendría que estar en Madrid, encerrado en su despacho") como para tener todavía más ganas de volver a largarse. Otra vez.
¿Destino? Desconocido, como cada año. Seguro, sin embargo, que no se queda otra vez en Marivent. Por mucho que ella se haya hecho la entregada con la isla y haya pregonado su amor a los cuatro vientos por Mallorca, haciéndose selfies con los invitados en la recepción real, ya ha tenido bastante y parece que los especialistas en la materia le han visto el plumero. Lo avisaba Pilar Eyre. Cuando la reina no comulga con periodistas críticos, "les gira la cara y les ignora. Te da la mano blanda y va hablando a gritos con alguien que está a dos lugares detrás de ti sin dirigirte ni una mirada...”. Y según otro cronista habitual, Carlos García Calvo de El Mundo, "lo apretado de su agenda, como si quisiese hacer en el menor tiempo posible todas esas tareas institucionales que se esperan del núcleo duro de nuestra Familia Real a su paso por la isla, nos ha demostrado que la aversión por la isla parece seguir latente".
Letizia 'quiere' a Mallorca, pero porque lo hace ver: "Es como si quisiese lo antes posible sacudir la zapatilla del polvo mallorquín para volar a ese paradero desconocido que tanto añora". Probablemente los primeros años como princesa, y después como reina, donde tenía que pasar por el peaje de verse con una familia que detesta (suegros y cuñadas), tengan parte de culpa, "cuando a la sombra de su egregia suegra se esperaba que hiciese un casi camping diario con la nutrida familia de su marido... Debe de haber sido muy duro para ella".
García Calvo se pregunta que ya puestos, podría haber aprendido a apreciar Mallorca de manera sincera: "Ya que no le gusta tomar el sol, ni los barcos, podría dedicarse a recorrer la isla con sus hijas. Con una breve excursión al mercado de Pollensa no se arregla nada". Con un consejo culinario y una revelación desconocida sobre cuál es uno de los (aburridos) platos que nunca faltan en la mesa de la reina: "que estudiase un poco la gastronomía local para aprender a preparar esos maravillosos platos de verduras infinitamente más apetecibles que esa extraña sopa de acelgas que nos cuentan comen en la intimidad los Borbón Ortiz".
Lo que más destaca el diario del paso de Leti por ses illes son los modelitos que ha lucido ("la estancia mallorquina de SM ha sido una gran pasarela de las marcas españolas"). En cambio, la suspenden en dos aspectos que también tienen que ver con su look: "la insistencia con el bronceado de bote, a veces con resultados casi tropicales, y esa onda pegada a la frente con laca super glu que le gusta hacerse y que no le favorece nada".