La crisis por el coronavirus, a nivel monárquico, no podía tener un nombre más acertado. Cuando menos, con respecto a la monarquía española. El virus que significa la corona de este país, que ni en situaciones de pandemia como estas, pueden hacer la sensación de estar cerca de los ciudadanos y tener un mínimo gesto de proximidad. Viven en una burbuja y ni una pandemia les hace salir de ella.
Felipe y Letizia en su despacho, haciendo ver que están haciendo una cantidad de trabajo de miedo y sin cambiar el rictus. La situación es durísima, sí, pero no costaría nada hacer un pequeño gesto de optimismo y de comunión con los ciudadanos. Al fin y al cabo, si los reyes están para alguna cosa, es para hacer gestos, para aparentar. Pero ni por estas. Y ya no hablemos de las niñas. Ni están ni se las espera. Encerraditas en su palacio, por si las moscas.
Vergüenza tendrían que tener viendo lo que están haciendo el resto de monarquías europeas. Reyes y reinas y sus hijos, príncipes y princesas de Holanda, Bélgica o Inglaterra, aplaudiendo a los sanitarios, enviando mensajes de calor, picando cazuelas y dedicando una sonrisa de agradecimiento a los héroes, de nuestros días. ¿Y Felipe y Letizia?... En su despacho sin cambiar la cara de majestuosidad y trascendencia. Y ahora, quién le acaba de dar la estocada final a Letizia, ha sido una de sus mejores amigas entre la realeza.
GTRES
Rania de Jordania, íntima de la reina española, ha querido poner en valor el trabajo que están haciendo los sanitarios durante la pandemia. ¿Cómo? Escribiendo palabras conmovedoras ("arriesgan su propia salud para salvaguardar la nuestra. Que siempre encuentren la fuerza, la paciencia y la fuerza de voluntad para superar estos tiempos de prueba. Rezamos por su seguridad, que Dios bendiga a Jordania y su gente)" y acompañándolas de un vídeo emocionante, al lado de sus hijos Iman, Salma y Hashem y de muchas personas que estos días se están dejando la piel para ayudar:
Un vídeo, un gesto, una sonrisa, que acaba de hundir a Letizia.