La monarquía española ha patentado un modus vivendi que demuestra la jeta de la institución: llenar su tiempo con actos, recepciones y cosas random como excusa para poder pegarse festines por medio mundo. Una tradición instaurada por Juan Carlos de Borbón, transmitida a sus hijos y también a su esposa. Sí, Sofía de Grecia, una mujer que soporta todo tipo de humillaciones, desprecios e infidelidades a cambio de mantener su estatus y ritmo de vida de rica. Sofía pinta muy poco en la Casa Real de Felipe y Letizia, como no pintaba nada a la de Juanito. Corinna puede dar buena cuenta de ello. La tratan como un jarrón, les molesta. Pero ella sigue adelante, aparentemente imperturbable, forzando la sonrisa y manteniendo su agenda oficial con 4 ítems mal contados. Esta semana, por ejemplo, ha ido a Burgos, como presidenta de honor del patronato de la Fundación Atapuerca. Una presencia clave la suya, con todo el respeto al trabajo de los paleontólogos, que es mucho.
La reunión "oficial", como decíamos, era la excusa perfecta para poder ir a un restaurante de la zona y ponerse las botas. Sorprende teniendo en cuenta que dicen que es una persona frugal, espartana, que hace honor a sus antepasados. No come carne, por ejemplo, y no le conocemos vicios culinarios demasiado llamativos. Pero toda norma tiene su excepción, y hemos descubierto que la emérita es humana. Tan que no puede resistirse a un buen plato de cuchara, de aquellos de chup-chup... y de los que convierten la digestión en un festival.
El restaurante 'Los Claveles', un clásico de la agenda de la reina Sofía
Sofía fue al restaurante 'Los Claveles' en Ibeas de Juarros, junto al yacimiento. No fue una elección al azar, ya lo conocía. La griega ha lo ha visitado 3 o 4 veces, tal como explica 'El Español'. El establecimiento puede presumir de tener una clientela mucho royal: Alberto II de Mónaco también se ha dejado caer por sus mesas. Un restaurante que hizo un esfuerzo por satisfacer a la griega: estaba cerrado al ser lunes, día de descanso del personal. Sin embargo tuvieron que trabajar y preparar un menú especial para su invitada. Una de especialidades de la casa, aunque sin carnes, un clásico de la tierra. En cambio sí que ofrecían pescado, a pesar de no ser demasiado de Burgos.
Sofía zampándose un plato de judías rojas muy contundente
No ha trascendido mucha cosa más de la comida, pero sí el detalle más sorprendente: el plato de judías rojas de Ibeas que se zampó sin parpadear. Contundente, a pesar de no llevar sacramentos, como la olla podrida, el otro clásico de 'Los Claveles'. Podrido. Una palabra clave. A ver, tampoco descubriremos aquí cuáles son los efectos más habituales de comer habas, judías, alubias, potxas y todos los derivados de estas legumbres tan sabrosas... y tan previsibles. Pero la reina de 84 años es muy astuta: ya no tenía que volver al "trabajo", digerir el festín quedaba en su estricta intimidad... y la de los escoltas que la trasladaron a Madrid. Evidentemente, no conocemos más detalles del viaje de vuelta. Ni de la banda sonora del vehículo. No hace falta. Ibeas me lo confirmó.
Los guilty pleasures de Sofía, que también tiene alguno. Buen provecho.