El palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, ha sido siempre, junto a Londres o Grecia, uno de los refugios favoritos de la reina emérita Sofía. Allí obtiene la tranquilidad que no tiene en Zarzuela, donde durante décadas ha tenido que lidiar con los feos y desprecios de su marido, el rey emérito Juan Carlos I, y también con la mala relación que tiene con la reina Letizia y los desplantes que le ha hecho la consorte.

En Marivent, en cambio, se siente reina de verdad. Allí hace y deshace como quiere, con el personal siempre a su disposición y pudiendo disfrutar de una de sus mayores pasiones: las compras. Sofía suele quemar la tarjeta de crédito comprando joyas y vestidos sofisticados siempre que puede. Aunque también le va la bisutería barata y llamativa. En El Corte Inglés de Mallorca se frotan las manos cada vez que entra Sofía, pues hacen el agosto en una sola mañana.

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La reina Letizia deja en evidencia a la reina Sofía en una tienda de Mallorca

Una actividad que le gusta hacer sola, únicamente en compañía de los guardaespaldas que la acompañan. Y es que ir en compañía le ha traído problemas en alguna ocasión. A ella le gusta dedicar mucho tiempo a mirar y probar, algo que saca de quicio a sus acompañantes. Y eso es lo que consiguió con la reina Letizia. La consorte agotó su paciencia y estalló, avergonzando a su suegra en varias ocasiones, tal y como revela Jaime Peñafiel en su último libro ‘Los silencios de Letizia’.

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En el capítulo 14 titulado ‘¡Venga, vámonos de una vez!”, Peñafiel relata como “durante unas compras con Letizia en 2006, fueron a una joyería en el casco antiguo de Palma de Mallorca. Mientras Sofía buscaba un regalo, Letizia entraba y salía de la tienda con Leonor en brazos, hasta el punto en que asomó la cabeza dentro, ya que su suegra Sofía estaba tardando más tiempo del que ella esperaba, y le dijo ‘¡coño, vámonos ya!’”. Según Peñafiel, “esta actitud se repitió más tarde en una tienda de niños, donde la reina volvió a decir ‘vámonos de una puñetera vez’”. Podemos imaginar la cara tanto de Sofía como de las dependientas, todas ellas avergonzadas por las formas de la entonces heredera de la corona.