La reina Sofía y Juan Carlos nunca se amaron. Se casaron por obligación. La emérita estuvo enamorada de Harald de Noruega, pero no fue correspondido. En cambio, el emérito mantenía una relación con Olghina de Robilant, pero Juan de Borbón se encargó de acabar con ese noviazgo. La boda fue un desastre, y su relación aún más. No dormían juntos, solo mantenían relaciones íntimas para concebir al varón que reinaría en el futuro. Para desgracia de ambas, después de varios intentos entre un embarazo y otro, los primeros nacimientos fueron niñas. Felipe llegó el tercero y último, ya no tuvieron más descendencia. En ese momento, Sofía huyó con su hermana, Irene de Grecia. El exmonarca se acostó con miles de mujeres convirtiendo a la emérita como la reina cornuda.

La madre de Felipe no se divorció de Juan Carlos porque no le convenía. Perdería a sus tres hijos que se quedarían viviendo en Zarzuela. Así que solo se separaron. Cuando tenían un acto reaparecían juntos, pero sin quererse.

Sofía y Harald de Noruega

Sus amigos, los máximos apoyos de la reina Sofía 

Poco a poco Sofía se fue quedando sola. Toda la familia la apartó. Ni tan siquiera se llevaba bien con la princesa de Asturias. Ella siempre lo había dado todo por todos, su familia era lo más importante, una mujer tradicional, pero no había sucedido lo mismo a la inversa.

Sofía siempre ha sido una mujer muy discreta. Nunca ha trascendido a la prensa si la exmonarca ha tenido alguna relación extramatrimonial. Tenía muchos amigos, pero simplemente eran amigos.

La reina Sofía acompañada por sus amigos

Uno de los mejores amigos de la reina Sofía trabajó en Zarzuela como empleado. Una vez jubilado mantiene el contacto con la emérita. Es el general José Cabrera, ya retirado del ejército, jefe de la Secretaría de la Reina durante diecisiete años, con él mantiene una relación de cariño y afecto. Se les ha visto juntos en numerosas ocasiones, especialmente en las vacaciones de Palma de Mallorca, pero también en Madrid.

También mantiene una buena amistad con Laura Hurtado de Mendoza, una especie de secretaria personal sin labores institucionales que ha permanecido en Zarzuela cuatro décadas; el médico de cabecera, Miguel Fernández Tapia-Ruano, Francisco Requena y Arturo Colello, que sustituyó al general Cabrera.

Ellos se encargan que no esté tan sola. Son la familia que uno elige.